La ciencia española pide fondos estables para sus vacunas
Tres de los proyectos más avanzados han mostrado su seguridad y eficacia en los laboratorios. Ahora falta inversión para realizar los ensayos clínicos.
Tras más de un año de intenso trabajo y cientos de miles de euros invertidos en investigación, las tres vacunas españolas más avanzadas contra el covid presumen de un éxito apabullante en los laboratorios. Las fórmulas, desarrolladas por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han demostrado su seguridad y eficacia en modelos animales. Y si todo va bien, de hecho, en breve podrían empezar a testarse en pequeños grupos de voluntarios.
La noticia despierta sentimientos agridulces pues es casi inevitable trazar la comparación con las vacunas que hace ya un año pasaron por esta fase y que hoy por hoy ya se están administrando por todo el mundo. Así que, llegados a este punto de la historia, la pregunta es: ¿qué pasará con las vacunas españolas?
Luis Enjuanes, Mariano Esteban y Vicente Larraga, responsables de los tres proyectos de vacuna más avanzados en España, intentaron responder a esta cuestión durante un coloquio organizado ayer por la Fundación Alternativas. ¿Su respuesta? Que el futuro de las vacunas españolas dependerá de cuánto se invierta en ellas. «Pasar de las pruebas en animales a las fases clínicas supone pasar de cientos de miles de euros a varios millones. Solo la primera fase de la investigación clínica puede ser unos 10 millones de euros», afirmó Esteban, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y jefe del Grupo de Poxvirus y Vacunas. Según ilustró el profesor Emilio Bouza, de la Universidad Complutense, en las primeras fases del estudio clínico el seguimiento de un paciente puede oscilar entre los 2.000 y 5.000 euros por cabeza.
Pero no solo es cuestión de dinero. También urge encontrar empresas con conocimiento en el sector, con una gran capacidad de producción y dispuestas a invertir en el desarrollo. Y, según explicaron los asistentes al coloquio, en España hay pocas empresas con este perfil. Por ahora, según comentaron los científicos, gran parte de las negociaciones se están realizando con empresas del mundo veterinario que trabajan para reconvertirse a la fabricación de fármacos humanos.
«No creo que la misión de un laboratorio sea llevar un producto hasta su fabricación. Creo que nuestro objetivo es trabajar en la calidad, demostrar que un producto es eficaz y seguro, y que a partir de ahí sea la industria la que se haga cargo de tirarlo adelante», argumentó Enjuanes, director del laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB). Sobre esta cuestión, Bouza trazó el siguiente paralelismo: «Pedirle a un investigador que se ocupe de toda la producción de una vacuna es como pedir a un mecánico que ha diseñado el prototipo de carburador de un coche que se haga cargo del montaje final del vehículo».
¿Pero por qué seguir invirtiendo en estas vacunas si ya hay otras aprobadas y disponibles en el mercado? Según argumentan los responsables de los proyectos españoles, la investigación sigue siendo tan necesaria como el primer día. Las vacunas de nueva generación, a diferencia de las actuales fórmulas, aspiran a tener una eficacia cercana al 100% que permita cortar de raíz la transmisión del virus. O a ser más eficaces frente a las variantes emergentes. O simplemente a ser más baratas y fáciles de producir para que, efectivamente, puedan llegar a todo el mundo.
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