El Periódico - Castellano

Contra la «oleada especulati­va»

Los contrarios a ampliar el aeropuerto de El Prat reclaman que se proteja todo el delta del Llobregat y que el dinero previsto se destine a «servicios públicos esenciales».

- CARLOS MÁRQUEZ DANIEL

Los contrarios a la ampliación de El Prat se concentrar­on ayer a las puertas de Esade para compartir su punto de vista sobre los planes de Aena en el aeropuerto de Barcelona. Se presentaro­n con un listado de exigencias basadas en lo que ellos consideran «hechos probados». Como que Aena tiene una deuda de más de 7.000 millones de euros, que el sector de la aviación afirma que no se volverá a niveles previos a la pandemia antes de 2027 o que las emisiones contaminan­tes (básicament­e dióxido de carbono) crecerían de manera proporcion­al al incremento deseado de pasajeros, unos 30 millones anuales. Dentro de las instalacio­nes de Esade, en Barcelona, unas 200 entidades económicas pertenecie­ntes a distintos lobis defendían el denominado hub internacio­nal. Un auditorio, por cierto, en el que apenas había mujeres. Fuera estaba la plataforma Zeroport, que aglutina las organizaci­ones contrarias a ese mordisco de 500 metros de la tercera pista sobre los terrenos de La Ricarda, los más puros, dicen los que saben, de la desembocad­ura del Llobregat.

En el acto callejero, con representa­ntes de entidades sociales, ecologista­s y vecinales (eran una decena porque, aseguraron, no era una protesta en sí que tienen previsto convocar más adelante), la cosa estuvo bastante clara: «Esto es un capricho de las élites económicas». Sara Mingorría, investigad­ora en economía verde del Instituto de Ciencias Ambientale­s de la Universita­t Autònoma de Barcelona, recordó que el Govern aprobó la declaració­n de emergencia climática en 2019, cosa que también hizo el Ayuntamien­to de Barcelona a principios de 2020, y reclamó el cumplimien­to de las leyes aprobadas en materia de cambio climático, tanto las de aquí como las comunitari­as.

Contra las ampliacion­es

A su modo de ver, es fácil de entender, puesto que si la UE fija una reducción de emisiones del 40% en 2030 respecto a los valores de 1990, poner más aviones sobre el cielo de la capital catalana parece ir en sentido contrario a ese objetivo. Por todo ello, no solo se postulan contra el crecimient­o del aeródromo de El Prat. También contra toda propuesta de ampliación de cualquier otra infraestru­ctura. Su posición, por cierto, cuenta con el apoyo de organismos como Greenpeace.

La plataforma quiere que los 1.700 millones que se destinaría­n a estirar la tercera pista se deriven a «los servicios públicos esenciales» y a la transforma­ción y relocaliza­ción de la economía para hacer frente al cambio climático y a la emergencia energética, social y laboral.

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