Abrazos u odio
Miquel Iceta es un tipo muy agradable en la distancia corta. Jovial e incluso extrovertido. Por eso le salió sin más abrazar a Jordi Cuixart, en la toma de posesión de Pere Aragonès como flamante ‘president’ de la Generalitat. Ese tipo de gestos no siempre le han salido gratis. Cuando en plena campaña electoral de diciembre 2017 apuntó la posibilidad del indulto a los presos le cayó un chaparrón. Estaba entonces la sensibilidad a flor de piel. Hacía solo dos meses que Guardia Civil y Policía Nacional la emprendieron a porrazos con los votantes del 1-O, unas imágenes que conmocionaron a la sociedad catalana. Al punto que la mismísima presidenta del PSC, Núria Marín, salió a la calle a reprochar a los mandos policiales su actitud, cuando vio con sus propios ojos la que se estaba montando.
Hoy a quien le ha caído un aluvión de críticas y acusaciones por ese abrazo no ha sido tanto a Iceta como a Cuixart, por una parte del independentismo. Le han llamado de traidor para arriba como a Oriol Junqueras, los mismos, le desearon que se pudriera en la cárcel.
Con el indulto a los presos vemos cómo los extremos sacan de nuevo la cabeza. Pablo Casado toma las riendas del españolismo más furibundo, con el acompañamiento de la vieja guardia del PSOE y de Vox. Por su parte, el independentismo más exacerbado también está inquieto con la posibilidad de los indultos y recurre a análisis fundamentalistas que se resumen en el cuanto peor, mejor.
El abrazo de Cuixart e Iceta no resuelve el entuerto. Como tampoco lo van a resolver los indultos. Pero lo que seguro que no lleva a ninguna parte es dejarse arrastrar por el odio y dinamitar puentes en vez de tenderlos. La foto de Iceta con PP, Cs (y Vox) en las calles de Barcelona era la foto de un bloque reaccionario. Si esa foto se hubiera mantenido fija difícilmente el PSC hubiera recuperado parte de un electorado que se fugó a Cs.
Otro tanto para el independentismo posibilista; dejarse arrastrar por la corriente más populista y bravucona solamente llevaba al aislamiento y a enquistar su propio crecimiento y capacidad para seguir avanzando.
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