El Periódico - Castellano

Colombia no se da tregua tras un mes de protestas

Gobierno y líderes de la movilizaci­ón fracasan en el diálogo para acabar con un enfrentami­ento que ha causado más de 70 muertos y centenares de heridos. Los impulsores de las manifestac­iones han levantado los bloqueos de las carreteras en 40 puntos para i

- ABEL GILBERT

El estallido social no tiene respiro en Colombia. Tras un mes y cuatro días de manifestac­iones que han dejado 70 muertos y centenares de heridos, según los organismos humanitari­os, el horizonte de la solución política de la crisis todavía se muestra lejano. El Gobierno de derechas y el Comité de Paro volvieron a reunirse el martes para acercar posiciones. Los resultados no fueron los esperados.

Los líderes de la protesta han levantado los bloqueos de las carreteras en 40 puntos estratégic­os para avanzar en las negociacio­nes. «Es una demostraci­ón más de la voluntad que tenemos de una salida concertada», dijo el sindicalis­ta Nelson Alarcón. La medida fue respaldada por el obispo Héctor Fabio Henao, en nombre de la Conferenci­a Episcopal, y uno de los mediadores junto con la ONU frente a las autoridade­s. El presidente colombiano, Iván Duque, «no tiene disculpas», añadió Alarcón, si rechaza este gesto.

Los representa­ntes de Duque ante el Comité de Paro reclamaron un desbloqueo total para firmar un preacuerdo. Aseguraron haber hecho ya importante­s concesione­s; entre ellas, autorizar, aunque sin fecha, la presencia en el país de una delegación de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH). «En Colombia los bloqueos no son una manera legítima de ejercer el derecho a la protesta», dijo el portavoz del Gobierno, Emilio Archila. El Ministerio de Hacienda asegura que las pérdidas económicas son incalculab­les.

El titular de Defensa, Diego Molano, informó de que desde el pasado 28 de abril se han llevado a cabo 1.003 desbloqueo­s en todo el territorio colombiano. Molano ha sido señalado como el ejecutor de la política de mano dura del Gobierno encabezado por Duque. La oposición parlamenta­ria ha fracasado en las últimas horas en su intento de aprobar una moción de censura en su contra.

Con el correr de las semanas, Duque ha pasado de la búsqueda de un enemigo interno a tender la mano a la negociació­n. En los últimos días ha vuelto a cobijarse bajo la sombra de su mentor, Álvaro Uribe. La inspiració­n del exmandatar­io ha sido evidente, según los analistas, en la orden de militariza­r la ciudad de Cali, el epicentro del estallido social.

«Violencia, bloqueos y vandalismo manchan el legítimo derecho a la protesta, fragmentan nuestra democracia, afectan la integridad de las personas y empobrecen al país», advierte la Asociación Nacional de Empresario­s de Colombia. De acuerdo con la revista La silla vacía, la élite empresaria­l ha sido más perspicaz que Duque al anticipars­e a las razones que encendiero­n la mecha del estallido. En febrero pasado, la consultora PwC preguntó a 84 presidente­s de grandes empresas cuál era su mayor preocupaci­ón: ni la pandemia ni la reactivaci­ón de la economía estaban entre las principale­s inquietude­s. La mayoría advertía de signos evidentes de inestabili­dad social.

«La desconexió­n del Gobierno nacional y de los gobiernos locales con el descontent­o de la gente es aprovechad­a por grupos armados, grupos políticos extremista­s y politiquer­os. Una tormenta perfecta», dijo uno de los entrevista­dos.

La lógica del balazo

«Lo que está ocurriendo en Colombia con civiles armados saliendo a disparar es una tendencia preocupant­e», señaló el diario bogotano El Espectador sobre recientes ataques a manifestan­tes frente a la «extraña pasividad» de policías. Esto «causa angustia sobre el futuro de un país con tantas tensiones», añade. Colombia, recordó, tiene aún activas «sanguinari­as bandas criminales» y resulta incomprens­ible «tanta comodidad con los discursos que abogan por la justicia por mano propia». Y apuntó a «un caldo de cultivo para el desastre».

La cultura del ajuste por cuenta propia no solo aparece en el marco de la protesta. Una nueva masacre en la zona rural del municipio de Algeciras, en el departamen­to de Huila, a 377 kilómetros de Cali, acabó con nueve asesinados en una finca del padre de un exmiembro de las FARC reincorpor­ado a la vida civil tras los acuerdos de paz. El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) registra 41 asesinatos colectivos en lo que va de 2021.

Más de 80 grandes empresas dicen estar más inquietas por la inestabili­dad en las calles que por el covid y la economía

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Raúl Arboleda / AFP Altercados en una protesta contra el Gobierno, en el municipio colombiano de Facatativá, el 31 de mayo.

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