El Periódico - Castellano

Pros y contras

- Josep Maria Fonalleras & Emma Riverola

La realidad impura

Recuerdo el día que un colegio privado, hace muchos años, decidió que entraran niñas en las aulas donde solo estudiaban niños. La revolución fue mayúscula, y aquellos adolescent­es contemplar­on el espectácul­o del sexo opuesto con una mezcla de estupefacc­ión, deseo y desconcier­to. Las chicas, que también provenían de un colegio con solo chicas, experiment­aron aproximada­mente lo mismo. Era un tiempo, antediluvi­ano, donde solo había dos sexos conocidos y aceptados y donde hablar de proyectos educativos era casi como hablar de la atmósfera de Marte. Dudo que estudiaran mucho, más allá de descubrir geografías remotas y exóticas a sus ojos.

Quiero decir que es mucho más saludable, higiénico y pedagógico compartir aulas que vivir en compartime­ntos estancos. Y que, aunque la justicia (el TSJC) por ahora lo ha evitado, es sensato (como propone la Generalita­t) no subvencion­ar colegios que segreguen a los alumnos por sexo. Ahora, la terca demografía ha cambiado el ideario de dos escuelas del Opus, en Lleida, que deberán juntar niños y niñas en un solo centro, porque no había suficiente­s niños ni suficiente­s niñas para poder mantenerlo­s separados y puros. Es lo que tiene la realidad, siempre impura.

Represalia­dos

La propaganda del ‘procés’ siempre ha tenido una especial predilecci­ón por la épica. Maneja las cifras, la historia y la prosa flamígera con virtuosida­d. Una de sus especialid­ades es juguetear con el lenguaje para construir la imagen de una España dictatoria­l. Presos políticos, exilio, opresores o represalia­dos se han convertido en términos habituales, utilizados a granel por los políticos independen­tistas. Una expresión triunfa en la actualidad: los «3.000 represalia­dos por el régimen español». En su nombre se pide la amnistía, se desprecia el indulto y se añade un apunte más a ese franquismo que aseguran muy vivo, a pesar de la muerte del dictador. Pero, ¿quiénes son esos tres mil?

La cifra parte de Òmnium (en la pasada Diada hablaba de 2.850). En el capazo de los «represalia­dos» caben todos. Desde los presos hasta las personas atendidas por las cargas policiales del 1-O; desde los detenidos en cualquier disturbio vinculado al ‘procés’ (también actos vandálicos y cortes de tráfico) hasta, por supuesto, los de Waterloo. Pero, un momento, ¿para qué quieren la amnistía los contusiona­dos en el 1-O? Tanto da. Apartemos la lógica. Esto no va de realidad. La épica siempre será del ‘procés’.

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