El Periódico - Castellano

Asturias sigue los pasos a un oso que atacó a una mujer

Los especialis­tas buscan al ejemplar para analizar si su comportami­ento es peligroso, pero están convencido­s de que fue un encontrona­zo fortuito.

- PABLO TUÑÓN

La Patrulla Oso de la guardería del Medio Natural de Asturias se mantiene vigilante, junto a la Guardia Civil, en la zona del valle de Cibea (Cangas del Narcea) donde el pasado domingo un gran ejemplar propinó a una vecina de 75 años una zarpazo en la cara que la derribó y le rompió la cadera. La mujer daba un paseo por los alrededore­s de su pueblo en compañía de unos familiar poco antes de las diez de la noche.

«Ya encontramo­s de dónde venía y hacia dónde fue, siguiéndol­e el rastro un kilómetro antes y un kilómetro después», desveló Miguel Fernández Otero, guarda mayor de la Patrulla Oso. Tanto él como sus compañeros oteaban estos días, provistos de prismático­s y teleobjeti­vos, el valle desde una zona elevada cerca del puerto de Leitariego­s.

El objetivo es «intentar localizarl­o visualment­e y descartar que sea un ejemplar problemáti­co». Se rechaza por ahora la captura y traslado. «Estamos totalmente seguros de que fue una incidencia, un encontrona­zo: el oso salió y se encontró con la señora. Estamos seguros de que no es problemáti­co pero lo tenemos que constatar realmente», aclaró el responsabl­e del único equipo de guardas en España especializ­ado en oso pardo. El ataque a un humano fue el primero que se registra en Asturias en los últimos 30 años pese a que la población de osos se ha triplicado.

Respecto a la localizaci­ón visual, los guardas trabajan sabiendo que es una misión casi imposible: solo obtuvieron una descripció­n del oso por terceros. No obstante, ya han recogido muestras de pelo del animal que, en su huida hacia el bosque a través de los prados de la zona, atravesó al menos tres alambres de espino donde dejó rastro.

«Nos dijeron que era un oso grande en comparació­n con los que suelen ver. Tiene que ser posiblemen­te un macho», afirma, lo que descartarí­a que el ataque fuese protagoniz­ado por una hembra con crías. La guardería cree fehaciente­mente que fue un hecho fortuito, un encuentro de sopetón en el que el animal reaccionó alzándose sobre sus dos patas traseras y soltando un zarpazo por el susto. Pero mantiene el dispositiv­o para descartar del todo que sea un oso agresivo con las personas y pueda reincidir.

«Se trata de localizarl­o si vuelve –dice el guarda–. Estamos en época de celo y los machos a veces pierden la noción de por dónde andan. De hecho, estos osos tan grandes solo se ven ahora. Con el celo hay osos divagantes, y aparecen a veces en lugares insólitos, como cuando hubo avistamien­tos en Portugal o San Vicente de la Barquera».

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J. L. Cereijido / Efe Un guardia civil supervisa la zona donde se produjo el ataque.

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