Asturias sigue los pasos a un oso que atacó a una mujer
Los especialistas buscan al ejemplar para analizar si su comportamiento es peligroso, pero están convencidos de que fue un encontronazo fortuito.
La Patrulla Oso de la guardería del Medio Natural de Asturias se mantiene vigilante, junto a la Guardia Civil, en la zona del valle de Cibea (Cangas del Narcea) donde el pasado domingo un gran ejemplar propinó a una vecina de 75 años una zarpazo en la cara que la derribó y le rompió la cadera. La mujer daba un paseo por los alrededores de su pueblo en compañía de unos familiar poco antes de las diez de la noche.
«Ya encontramos de dónde venía y hacia dónde fue, siguiéndole el rastro un kilómetro antes y un kilómetro después», desveló Miguel Fernández Otero, guarda mayor de la Patrulla Oso. Tanto él como sus compañeros oteaban estos días, provistos de prismáticos y teleobjetivos, el valle desde una zona elevada cerca del puerto de Leitariegos.
El objetivo es «intentar localizarlo visualmente y descartar que sea un ejemplar problemático». Se rechaza por ahora la captura y traslado. «Estamos totalmente seguros de que fue una incidencia, un encontronazo: el oso salió y se encontró con la señora. Estamos seguros de que no es problemático pero lo tenemos que constatar realmente», aclaró el responsable del único equipo de guardas en España especializado en oso pardo. El ataque a un humano fue el primero que se registra en Asturias en los últimos 30 años pese a que la población de osos se ha triplicado.
Respecto a la localización visual, los guardas trabajan sabiendo que es una misión casi imposible: solo obtuvieron una descripción del oso por terceros. No obstante, ya han recogido muestras de pelo del animal que, en su huida hacia el bosque a través de los prados de la zona, atravesó al menos tres alambres de espino donde dejó rastro.
«Nos dijeron que era un oso grande en comparación con los que suelen ver. Tiene que ser posiblemente un macho», afirma, lo que descartaría que el ataque fuese protagonizado por una hembra con crías. La guardería cree fehacientemente que fue un hecho fortuito, un encuentro de sopetón en el que el animal reaccionó alzándose sobre sus dos patas traseras y soltando un zarpazo por el susto. Pero mantiene el dispositivo para descartar del todo que sea un oso agresivo con las personas y pueda reincidir.
«Se trata de localizarlo si vuelve –dice el guarda–. Estamos en época de celo y los machos a veces pierden la noción de por dónde andan. De hecho, estos osos tan grandes solo se ven ahora. Con el celo hay osos divagantes, y aparecen a veces en lugares insólitos, como cuando hubo avistamientos en Portugal o San Vicente de la Barquera».