Biden prohíbe la búsqueda de petróleo en una reserva ártica
El presidente de EEUU suspende los permisos aprobados previamente por Trump en un inmenso santuario situado en el norte de Alaska.
El más extenso de los santuarios naturales de Estados Unidos volverá a ser coto cerrado a la explotación de hidrocarburos, al menos hasta que vuelva a cambiar la Casa Blanca de color político. La Administración de Joe Biden suspendió ayer las licitaciones concedidas por su predecesor para extraer gas natural y petróleo del Refugio Natural de Vida Silvestre del Ártico, un inmenso paraje situado en el norte de Alaska y conocido por su extraordinaria biodiversidad. La reserva tiene una superficie de 78.000 kilómetros cuadrados, equivalente a 2,5 veces Catalunya.
La decisión del líder demócrata deja en suspenso la apertura del parque a la industria petrolera, adoptada por Donald Trump en los últimos meses de su mandato, y servirá para acallar algunas críticas de los ecologistas a su gestión medioambiental.
Con prudencia
Biden está afrontando con prudencia el objetivo de alejar el país de los combustibles fósiles para combatir el cambio climático y alcanzar las emisiones neutras en 2050. Si bien ha reintegrado a
EEUU en el Acuerdo sobre el Clima de París y prohibió, nada más llegar al poder, la concesión de nuevas licencias para extraer hidrocarburos en los predios federales, todo parece indicar que está tratando también de contentar a algunos republicanos moderados a los que podría necesitar políticamente en el futuro. Su Departamento de Justicia defendió recientemente en los tribunales el llamado Proyecto Willow, un plan multimillonario aprobado por Trump para extraer 100.000 barriles diarios de crudo durante los próximos 30 años en el extremo más septentrional de Alaska. Una decisión que se ha interpretado como un gesto hacia Lisa Murkowski, una de las senadoras rivales más proclives a los pactos bipartidistas.
No es la única decisión en ese sentido porque también ha preservado las licitaciones abiertas por su predecesor en el estado de Wyoming, a pesar de la oposición de varios grupos ecologistas. En el caso del refugio ártico, que sirve de santuario para caribús, osos polares y otras especies protegidas, ha hecho todo lo contrario. Su Administración revocará la docena de licencias concedidas hasta ahora, después de que más de cinco millones de hectáreas del parque natural salieran a subasta en enero. Aquella puja generó menos interés del esperado. Solo se vendieron 11 licitaciones, que abarcan un total de 223.000 hectáreas. La mayoría sin competencia y al precio de salida de 25 dólares por 0,4 hectáreas, lo que hizo que fueran las autoridades estatales de Alaska las que compraran la mayoría de licencias subastadas.
Semanas antes de la licitación los grandes bancos estadounidenses y canadienses anunciaron que no financiarían la prospección de hidrocarburos en el refugio ártico, plegándose a las presiones de los pueblos indígenas y las organizaciones ecologistas. Tampoco ayudaron los bajos precios del petróleo y la sobreabundancia de crudo que impera en el mercado. La victoria en este caso del movimiento verde no pasa de ser temporal, dado que el criterio en Washington hacia la protección medioambiental suele cambiar radicalmente cuando los republicanos llegan al poder.
La Administración republicana había concedido en subasta una docena de licencias