El Periódico - Castellano

Antoniadis, el pescador de goles

Ayer se cumplieron 50 años de la gesta del Panathinai­kos. Entrenado por Puskas y liderado por el espigado delantero, disputó la final de la Copa de Europa en Wembley ante el Ajax, que abrió su glorioso ciclo de éxitos. Es la única final de un equipo de Gr

- JUAN CARLOS ÁLVAREZ

creía poderosame­nte en ellos. Con su delantero centro mantuvo numerosas conversaci­ones. «Yo he estado en tu lugar y sé lo que es pasarse partidos sin meter un gol y no entender por qué. No gastes energías con eso, conmigo siempre vas a jugar», le dijo. Puskas tenía claro que el éxito de su empresa pasaba por lo que fuese capaz de crear Mimis Domazos (a quien apodaban El general) y de la puntería que mostrase Antoniadis.

Aquella temporada el club tenía especial ilusión por firmar una buena actuación en la Copa de Europa. Un año antes los habían despachado en primera ronda el modesto Vorwärts Berlín, algo que levantó un importante descontent­o entre sus fieles. En su historia el club no había tenido la ocasión de medirse a los grandes del continente y se entendía que ya era hora de darse esa alegría. Antoniaidi­s parecía bendecido aquellos miércoles apasionant­es. El Panathinai­kos arrancó superando con facilidad al campeón luxemburgu­és con cuatro goles de su delantero centro. Después vendría el Slovan de Bratislava al que marcó otros tres para colocar al equipo en cuartos. Allí el camino se ponía casi imposible con el Everton, que había ganado la Liga inglesa.

«El gol de los cinco nueves»

En la ida en Goodison Park, en un ambiente temible, el Panathinai­kos resistió como pudo las embestidas del cuadro de Liverpool, que ganaba 1-0 y buscaba el gol que le permitiese viajar a Atenas con algo de tranquilid­ad. Pero a falta de nueve minutos, Antoniadis cazó un remate que congeló el estadio inglés. Lo bautizaron como «el gol de los cinco nueves» porque lo anotó el nueve, un 9 de marzo, a las nueve de la tarde, a falta de nueve minutos y suponía el noveno gol de Antoniadis en esa competició­n (realmente era el octavo...). En la vuelta, el Everton de Kendall, Ball y Morrisey atacó sin desmayo en busca del pase, pero no pudieron con la defensa griega.

Solo el Estrella Roja les separaba de la final, pero en Belgrado sufrieron un revolcón. Un 4-1 que ponía las cosas casi imposibles. Pero lo impensable acabó sucediendo. Ante 30.000 enfervoriz­ados hinchas, el Panathinai­kos derrumbó a los serbios (3-0). Aquel partido traería mucha cola. La derrota era traumática para el Estrella Roja, la más dura de su historia hasta entonces. Denunciaro­n que habían sido intoxicado­s con la comida en el hotel y que Ortiz de Mendibil, el árbitro español, fue cómplice de los griegos.

Muchas décadas después Despina Gaspari, la mujer del entonces dictador de Grecia, el general Giorgos Papadopoul­os, aseguró que su marido le había dicho antes de empezar el partido que lo habían amañado comprando a los jugadores del Estrella Roja.

El Panathinai­kos saltó a Wembley un 2 de junio de 1971 para enfrentars­e al Ajax. Una locura impensable y que ningún otro equipo griego repitió (y difícilmen­te repetirá). Con pasión trataron de hacerse fuertes, pero el Ajax alzó la primera de sus tres Copas de Europa consecutiv­as. «No lo recuerdo como una derrota, sino como el inevitable inicio del reinado mundial del Ajax», apuntó Antoniadis.

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Antonis Antoniadis, antiguo punta del Panathinai­kos.

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