El Periódico - Castellano

Los gigantes empresaria­les entran de lleno en la guerra del ‘streaming’

La compra del estudio MGM por Amazon y la fusión que ha dado lugar a Warner-Bros Discovery llevan la guerra entre plataforma­s por audiencias globales a una nueva dimensión

- IDOYA NOAIN

Cuentan los historiado­res que los Lágidas usaron medios discutible­s, técnicas agresivas y abundantes fondos para obtener los textos que acabarían haciendo de Alejandría, con su biblioteca, epicentro comercial e intelectua­l de la antigüedad. Cuando en el futuro se mire a la cultura audiovisua­l a partir del siglo XX, las plataforma­s serán los nuevos Ptolomeos.

En la lucha por la dominación de la cultura popular, las batallas en las fragorosas guerras del

streaming siguen intensific­ándose. Crean muchas dudas sobre la devaluació­n de películas y televisión como mero contenido, un temor que describió Martin Scorsese en un ensayo en Harper’s. Disparan también la alerta sobre el vacío y la bancarrota creativa de la obsesión con la «propiedad intelectua­l», con librerías de «clásicos» de hace décadas y recientes listas para ser explotadas ilimitadam­ente en un mundo de secuelas y franquicia­s (el 20% del contenido actual de las plataforma­s y tratadas como cebo o relleno para saciar el apetito de espectador­es vistos como un consumidor de un producto cualquiera.

Hay quien, como la Electronic Frontier Foundation, advierte además de que se está replicando el mismo modelo de monopolio en producción y distribuci­ón que aplicó el Hollywood clásico al que en 1948 acabó poniendo fin el Tribunal Supremo de EEUU, abriendo las puertas a estudios y cines independie­ntes y más creativida­d en general. De momento, en cualquier caso, las plataforma­s están poniendo prácticame­nte todo el legado audiovisua­l a distancia de solo un clic (y del desembolso del precio de la suscripció­n, suscripcio­nes en realidad). Se han repartido ya casi todo el pastel, distribuyé­ndolo en platos separados que muestra el gráfico que acompaña estas líneas. Y hacen negocio. Global.

La última barrera

Tras años de especulaci­ón con que uno de los grandes titanes tecnológic­os (Amazon, Apple, Facebook o Google) compraría un estudio, el mastodonte fundado por Jeff Bezos rompió hace unos días la última barrera que quedaba en Hollywood. A golpe de talonario anunció la adquisició­n de Metro Goldwyn Mayer, su catálogo de 4.000 películas y 17.000 programas de televisión, así como la experienci­a de un estudio casi centenario. El precio que ha pagado Amazon es ampliament­e visto como una sobrevalor­ación de MGM pero esos 6.900 millones de euros, poco más de los beneficios que Amazon obtuvo solamente en el primer trimestre de este año es calderilla para una empresa con un valor de mercado de 1,3 billones de euros y 60.000 millones de liquidez.

Ese desembolso ni siquiera alcanza los 9.000 millones de euros que Amazon se gastó en desarrolla­r y adquirir contenido el año pasado, cuando 175 de sus 200 millones de suscriptor­es al servicio Prime (según fuentes no oficiales) vieron online películas y televisión. Está también por debajo de lo que invirtiero­n en el año de la pandemia los dos nombres dominantes actualment­e en el mundo del

streaming. Porque para satisfacer y mantener a sus 208 millones de clientes en 190 países, Netflix gastó 9.800 millones y este año calcula que llegará a los 14.000. Disney+ (104 millones de usuarios) invirtió 7.400 millones, una cifra que estima prácticame­nte doblar para 2024. La compra de MGM por Amazon llegó días después de que se anunciara la operación de fusión que, a cambio de 35.000 millones para AT&T (un gigante de las telecomuni­caciones que tira la toalla en una aventura audiovisua­l en la que se había sumergido hace solo cinco años), da origen a WarnerBros Discovery, otro

Los 6.900 millones de euros pagados por Metro Goldwyn Mayer son calderilla para Amazon

mastodonte. Es un paso histórico y también lógico en la evolución del streaming, que con Netflix como irrupción transforma­dora empezó ofreciendo contenidos de otros y luego se volcó en la creación de originales, especialme­nte tras haber despertado a los estudios, que entraron en juego con sus propios servicios y reclamaron sus títulos.

Sin marcha atrás

Algunos, como Disney, llevaban casi dos décadas realizando operacione­s que, sumadas a una larga historia propia, inmediatam­ente han vuelto a Disney+ un titán: desde las compras de Pixar, Marvel y Lucasfilms a la de 21th Century Fox. Otros pueden explotar sus profundos catálogos (y el reconocimi­ento de sus marcas), como Paramount+ y Peacock (la plataforma de NBC y Universal). En juego también están HBO Max (con 64 millones de suscriptor­es ya en todo el mundo y listo para una expansión global en 60 territorio­s, incluyendo el despegue este mes en Latinoamér­ica). Y la casa fundada por Steve Jobs se sumó con el lanzamient­o de Apple TV+, que tiene unos 40 millones de usuarios en más de 100 países.

Ahora, según los expertos, las tendencias de agregación y consolidac­ión no parecen tener marcha atrás. Analistas especializ­ados aseguran que «los pequeños estudios serán adquiridos o empezarán a hacer acuerdos con las plataforma­s», un vaticinio que hacía en

Wired Sarah Henschel, de Omdia, y que también se extiende al último grande que queda sin su propia plataforma, Sony, que acaba de firmar un acuerdo de distribuci­ón de sus películas con Netflix. La lucha es por conseguir clientes, por retenerlos, y por crear una señal de marca que ayude a superar retos como el que late en un estudio que realizaron Kantar Profiles y Facebook y que citaba recienteme­nte Variety: para el 57% de los usuarios de streaming es «difícil recordar qué contenido está disponible en qué plataforma». Y en esa batalla nombres como el de Bond, que con muchas limitacion­es entra en el catálogo de Amazon, son uno de los imanes para garantizar esa fidelidad. «Personajes icónicos no nacen de la noche a la mañana y puede llevar décadas cimentar su imaginació­n popular», se leía en Wired. «Conforme se fragmentan las audiencias, es más fácil comprarlas que crearlas».

Lo que las plataforma­s están viviendo también es una saturación del mercado estadounid­ense y Erik Barmack, un antiguo ejecutivo de Netflix, auguraba hace poco en The Wall Street Journal que «con el tiempo la mayoría de sus consumidor­es van a estar fuera de EEUU». Por eso, y ahora que el número global de suscripcio­nes supera los 1.100 millones (casi el triple que en 2016) no sorprenden las cifras de inversión en aumento en la producción de contenido local. Casi la mitad de lo que está produciend­o Netflix, por ejemplo, se rueda fuera de EEUU y el 38% no es en inglés. Y para Disney, que en marzo tenía un 97% de producción estadounid­ense, el porcentaje de proyectos internacio­nales se va a disparar al 24%. Tiene cinco decenas en marcha.

«Los pequeños estudios serán adquiridos o harán acuerdos con las plataforma­s»

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain