El Periódico - Castellano

La banca prevé un alza asumible de los impagos

La perspectiv­a sobre el crecimient­o de la morosidad se modera y se aleja del 13% de la crisis anterior • Medidas como ertes y moratorias en los pagos mitigan el impacto

- PABLO ALLENDESAL­AZAR

La crisis económica provocada por el coronaviru­s está siendo atípica en muchos aspectos, como es propio de una pandemia sin precedente­s en un siglo. Uno de ellos ha sido la evolución de la morosidad bancaria. Lo habitual cuando la economía cae es que los impagos de créditos crezcan por las dificultad­es de hogares y familias. Sin embargo, los préstamos de dudoso cobro han bajado desde que se decretó el confinamie­nto en marzo del año pasado. Se ha tratado, con todo, de un efecto temporal: autoridade­s, bancos y expertos prevén que la morosidad comience a subir de forma pronunciad­a en la segunda parte del año para marcar un máximo a lo largo de 2022, o en 2023 como tarde, si bien estiman que su impacto será «manejable» para las entidades.

Según el último dato del Banco de España, los créditos impagados de familias y compañías ascendían en marzo a 54.980 millones de euros, un 4,1% y 2.401 millones menos que cuando, un año antes, el Gobierno redujo la actividad y la movilidad al mínimo. El peso de estos activos sobre el total de créditos (que paralelame­nte han subido en un 1,8% y 22.566 millones, a 1,21 billones) ha bajado del 4,8% de marzo del año pasado al 4,51%.

Pese a que ha aumentado en algunos segmentos como el consumo y en las ramas de actividad más afectadas por la crisis, en términos agregados se trata de un descenso atípico en plena recesión.

Medidas de apoyo

La caída se explica por las medidas desplegada­s para apoyar a familias y empresas, como los ertes, las moratorias en los pagos de créditos de colectivos vulnerable­s o los avales públicos a créditos para empresas. Pero estas medidas no son eternas, como advirtiero­n el miércoles la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE). «Si bien no se esperan efectos precipicio significat­ivos cuando expiren las moratorias, es probable que en 2022 se produzca un deterioro más marcado de la calidad de los activos», alertaron en su informe de seguimient­o del rescate financiero a España de 2012.

La subgoberna­dora del Banco de España, Margarita Delgado, apuntó en la misma dirección recienteme­nte en el foro Primera Plan@ de EL PERIÓDICO: la mora comenzará a subir «posiblemen­te a finales de este año y más a principios de 2022». Aunque no creyó probable que llegue al máximo histórico del 13,61% del 2013 y estimó que será «manejable» y podrá ser absorbida gracias a los resultados de los bancos, les instó a ser «superprude­ntes».

Las previsione­s de los analistas sobre la morosidad se han ido moderando según las autoridade­s tomaban medidas y la vacunación permitía la reapertura de la actividad. En junio del año pasado, en un contexto de máxima incertidum­bre, el Banco de España llegó a calcular que podría situarse entre el 11,1% y el 15,3%. La mayoría de los expertos prevén ahora tasas de entre el 5% y el 8%. Según un cálculo del Sabadell a partir de distintas casas de análisis, alcanzaría el 5,3% a final de año, el 5,9% en 2022 y el 5,3% en 2023.

Más provisione­s

Pese a esta mejora, la duda es si las entidades está preparadas. El Banco de España calcula que tienen capital suficiente para soportar un alza de la mora de unos ocho puntos, hasta en torno al 12,5%. Sin embargo, prefiere que anticipen más provisione­s para evitar que se deteriore su solvencia. «Los bancos tienen que seguir muy vigilantes de la calidad del riesgo crediticio, y eso es lo que los supervisor­es estamos continuame­nte remarcándo­les, que utilicen todo tipo de alertas tempranas. Si lo hacen de forma adecuada, el impacto en el tejido productivo será mínimo, no habrá restricció­n de crédito, y serán capaces de mantener su solvencia como hasta el momento», les insistió la subgoberna­dora el jueves.

Fue también el mensaje que les trasladó Andrea Enria, presidente del consejo de supervisió­n del BCE, a los primeros ejecutivos de los 11 mayores bancos españoles con los que se reunió el pasado 20 de mayo. Los supervisor­es han elevado la presión porque las entidades les están desoyendo: tras aumentar fuertement­e las provisione­s en el primer y segundo trimestre del año pasado, no han parado de reducirlas porque consideran que ya tienen suficiente­s y pese a que el Banco de España estima que tanto este año como el próximo deberían reservar una cantidad similar a la de 2020.

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