La concesión de los indultos divide a las dos almas del independentismo
Esquerra mide sus gestos para ni parecer entusiasmada con la medida, ni dar al traste con ella en un exceso verbal Junts se debate sobre qué estrategia seguir ante la de los republicanos
Esquerra Republicana mide al detalle todos los gestos que efectúa sobre los indultos. Ni excesiva alegría ansiosa, a pesar de que ve con muy buenos ojos la salida de la cárcel de los presos, entre ellos, nada menos que su líder, Oriol Junqueras, ni vitriólicas diatribas que puedan suponer un freno a la medida de gracia. Más allá del famoso «que se metan el indulto donde les quepa» del propio Junqueras, pero ya hace meses. Y siempre, de fondo, un desapego público que proviene del hecho de que ni el partido, ni los presos individualmente, han solicitado indulto alguno. Ni han mostrado el arrepentimiento que, desde algunas instancias del Estado, se echa en falta.
Ello les permite mantener el discurso de que los indultos «van aparte y de añadido» y que ni interfieren ni reducen los dos grandes objetivos del partido en la mesa de negociación, la amnistía y el referéndum de autodeterminación. Cabe recordar que la medida de gracia no alcanza, por ejemplo, a la secretaria general del partido, Marta Rovira.
«Segundo giro» de Sánchez
Los republicanos asisten con soterrada satisfacción al «segundo giro de 180 grados» de Pedro Sánchez, describe una fuente. El primero fue el de sentarse a negociar una salida a un conflicto político que había negado. Y el segundo, pasar de la exigencia del cumplimiento íntegro de las penas, expresada el día que se hizo pública la sentencia del 1-O, a batallar por los indultos.
ERC cree que los resultados de las generales de 2019 son los que obligaron al PSOE a sentarse a negociar. Y que ahora es la presión internacional, sin ir más lejos, el Consejo de Europa este mismo jueves, el que le fuerza a mover ficha, a pesar de las airadas reacciones de la derecha española. «Si lo hace es por necesidad propia y porque perciben que las penas son exageradas», apuntala otra voz republicana.
«No se puede tener a un secretario general indultado». Así resume una persona dirigente de Junts una de las dificultades internas del partido a la hora de asumir el nuevo escenario político cuando se ejecuten las medidas de gracia respecto a los presos independentistas, entre ellos Jordi Sànchez, número dos de la formación. Esta incomodidad es compartida por otras voces, en privado, que añaden que el indulto es en realidad un «tercer grado disfrazado». En cambio, el propio Sànchez, sin renegar de lo hecho en 2017, evita hablar de «volverlo a hacer» como Jordi Cuixart, y tiende la mano a Pedro Sánchez.
Pero la tesis más dura de Junts es la de que todo es fruto de un pacto con el Estado. Es más, están convencidos de que un reciente artículo del presidente de ERC, Oriol Junqueras, en EL PERIÓDICO (hablando de retos futuros de Catalunya, sin mencionar la independencia) responde a este pacto. También citan la vuelta a España de la ‘exconsellera’ Meritxell Serret, de ERC, para entregarse voluntariamente ante el Tribunal Supremo.
El papel de Waterloo
Esta teoría bebe de la idea de que los dirigentes en el exilio están quedando desnudados por esta estrategia y por un pacto de Govern entre Jordi Sànchez y Pere Aragonès que no reconoce con claridad el papel de Waterloo.
Los exiliados no serán indultados, afirma el jurista y abogado de Puigdemont Josep Costa, «porque nadie lo pedirá, el PSOE no los aprobaría, no les hace falta para volver libres». Es un ejemplo más de la tesis más dura y reacia a asumir los indultos, más allá de asumir, lógicamente, que son un beneficio humano y familiar para los presos.
Esta cuestión, como otras, pone a Junts en la tesitura de debatir a fondo qué estrategia seguir ante la que despliega ERC (diálogo, ampliar la base social, gobierno solvente) sin provocar fisuras internas.
Desde la CUP, hurgan en que los indultos no cambiarán «nada» en Catalunya, aunque aligeren las pe
Un corriente de Junts opina que los dirigentes en el exilio están quedando desnudados
nas de los presos, porque el conflicto político tiene raíces que si no soluciona la política, quedará de nuevo en manos de la Justicia. Insisten en que la solución pasa por una ley de amnistía, pese a la falta de mayorías y los reiterados portazos del Congreso, y animan a agitar de nuevo las calles así como a preparar un nuevo referéndum que coincida con el escocés.
«Indultos de ida y vuelta»
«No es la solución», repiten en la ANC y en Òmnium Cultural porque, a su juicio, la excarcelación no corrige las demandas de fondo del movimiento que no son otras que la amnistía y la autodeterminación. Las entidades soberanistas subrayan que la medida de gracia es una forma de desalentar la movilización y que deja a un lado a los exrepresentantes que se encuentran en Bruselas y a otros encausados por el ‘procés’. Asimismo, ven esta concesión como una maniobra del Gobierno para evitar que las instituciones europeas puedan reprobar el transcurso judicial de las causas en España.
El presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, defiende sin matices que no se arrepiente de nada de lo que le llevó a prisión y que ‘lo volverá a hacer’. «No aceptaremos ninguna humillación», escribió en las redes sociales. En el escrito que remitió al Supremo al darle cinco días para pronunciarse, siendo el único de los presos que contestó, subrayó que él no ha pedido el indulto y que Catalunya merece una solución colectiva.
En la entidad creen que la medida «será efímera» porque dan por hecho que los indultos llegarán a los tribunales para evitar su aplicación, al igual que la ANC que habla ya de «indultos de ida y vuelta».
Para la Assemblea, el perdón no es otra cosa que una «trampa» para «desarmar» al independentismo mostrando al Estado como «benévolo». Su presidenta, Elisenda Paluzie, cree que es supone una artimaña para debilitar la movilización en las calles y dividir al movimiento.