El estigma social de los enfermos
Estado. Por eso aparecieron iniciativas privadas. En Catalunya se puede citar, entre otros, el manicomio Nueva Belén (Barcelona), dirigido por el doctor Joan Giné Partagás.
En 1914 las provincias catalanas lograron permiso de Madrid para poder trabajar de manera coordinada y crearon la Mancomunitat, que desplegó una política modernizadora extraordinaria en muchos campos, también en la asistencia mental. Diseñó un sistema de atención territorial liderada por profesionales de la salud. Aquella experiencia sirvió de base para la Segunda República, que fue la primera vez que España se tomó en serio la cuestión.
Desgraciadamente cuando tras la Guerra Civil se impuso la dictadura, el franquismo volvió a la situación anterior. Perseguidos y depurados los profesionales de la época republicana, la Iglesia retomó el control de los centros, apoyados por unos psiquiatras franquistas que tenían como referente a sus colegas de la Alemania nazi. Además, prácticamente no se invirtió en ese sector sanitario.
A finales de los 60 y principios de los 70, la situación fue cambiando muy lentamente y a pesar de la Transición aún tocó esperar unos años para empezar a transformar el sector. En 1986 se aprobó la ley de sanidad, donde se afirmaba que la salud mental tenía que ser considerada en el mismo rango que las otras especialidades.
En 2021 todavía no se ha conseguido del todo. Ojalá las secuelas mentales de la pandemia sirvan para que, por fin, la Administración pública se lo tome en serio de una vez por todas.
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