El Periódico - Castellano

Chiharu Shiota

ARTISTA

- ANNA ABELLA

La autora japonesa ha creado un microunive­rso integrado por cientos de pequeñas piedras unidas, para el centro Planta de la Fundació Sorigué, en Lleida. También tiene otra instalació­n en el Liceu.

Cruza el visitante el umbral de una edificació­n en plena gravera de la empresa Sorigué en la Plana del Corb, en Balaguer, a un paso de Lleida. Fuera, los obreros trabajan extrayendo y reconvirti­endo montañas de materiales extraídos de la tierra en futuro hormigón, asfalto, canalizaci­ones o dovelas para, por ejemplo, la línea 9 del metro de Barcelona.

En el interior de la construcci­ón le espera una obra de arte contemporá­neo que le sumergirá en un universo, visual y metafórico, de cientos de pequeñas piedras unidas por hilos de lana negra, suspendida­s en un intrincado entramado que crece hasta seis metros de alto por diez de ancho. Es un espacio oscuro, tenuemente iluminado, que transmite intimidad y «evoca lo pequeño y frágil que es el ser humano comparado con el universo», explica, con su tímida y apenas audible voz, su creadora, Chiharu Shiota (Osaka, 1972). La reconocida artista japonesa, residente en Berlín, habla sobre In the beginning was…, su primera instalació­n permanente en Europa, creada expresamen­te para el centro Planta de la Fundació Sorigué donde el arte marida con su faceta industrial.

El origen y el futuro

El título de In the beginning was… remite a la primera frase de la Biblia (En el principio...) y al concepto de origen que le evocan a Shiota las piedras, «un material en bruto que sirve para crear algo», y cuyo ruido al rodar por las montañas de grava de Planta le inspiró cuando visitó el lugar. «Saber de dónde venimos nos ayudará a saber hacia dónde nos dirigimos», reflexiona. La inauguraci­ón en Lleida coincide con otra instalació­n suya, temporal, que ayer presentó en el Liceu, basada en el Winterreis­e de Schubert.

«El covid lo ha parado todo, empezando por la economía…, pero no la creativida­d ni la necesidad de crear. Ahora creo que la gente puede estar más abierta a una experienci­a colectiva que nos haga pensar en el cosmos y el universo. Yo sentí que había un lazo entre el universo y el universo que hay en mi interior», continúa Shiota.

Las piedras agujereada­s y ligadas con hilos son también «como las conexiones que se establecen entre las neuronas en el cerebro», señala la artista, que mientras se recuperaba de un cáncer pensaba que «quizás, cuando las personas nos dejan, se disuelven en el universo». «Durante mi enfermedad me pregunté muchas veces donde irían mi alma, mis emociones, mi arte, si me moría». Ahora, añade, sabe que una parte «seguirá viviendo en este edificio», anexo al centro de Mineralogí­a del complejo.

En obras anteriores, algunas realizadas con viejas ventanas de Berlín o con zapatos usados, como las que presentó junto al embrión de In the beginning was… en 2015 en el centro expositivo que Sorigué tiene en Lleida, Shiota reflexiona­ba sobre la memoria de los objetos. Aquí, admite, «la piedra no tiene memoria, pero sí historia. La piedra en sí no tiene significad­o pero las personas sí pueden dárselo.

Cuando uno coge una piedra con la mano le da un significad­o, si escribe en ella la palabra lágrima adquiere uno distinto. Según el sintoísmo, la piedra no es un dios pero puede ser un espíritu».

Para la artista japonesa, que se ha prodigado en las bienales de Moscú, Sydney, Lyon o Venecia (donde creó el pabellón de su país), «el arte debe provocar una respuesta emocional. Si mi obra la ven 100 personas generará 100 respuestas emocionale­s distintas».

Con Bill Viola o Kentridge

Desde ahora, esta obra de Shiota convivirá en Planta con otros sites específico­s que albergan instalacio­nes permanente­s no menos impactante­s: una videoinsta­lación de Bill Viola, otra de William Kentridge (la procesión musical More Sweetly

Play the Dance, que pudo verse en el CCCB en 2020), tres piezas de Anselm Kiefer y dos cabezas de Antonio López. También, al menos durante dos años más, con la monumental instalació­n Double Bind, que el desapareci­do Juan Muñoz creó para la Sala de Turbinas de la Tate. Y, avanza Ana Vallés, presidenta del grupo y la Fundació Sorigué y directora de Planta, pronto, con una obra del argentino Tomás Saraceno y una película documental que Wim Wenders está preparando sobre este singular espacio.

«El covid lo ha parado todo, pero no la creativida­d ni la necesidad de crear», opina

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Fundació Sorigué Chiharu Shiota, en su instalació­n permanente en Planta de la Fundació Sorigué, el pasado jueves.

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