El Periódico - Castellano

Mirando al futuro

- Oriol Junqueras Presidente de Esquerra Republican­a de Catalunya.

Ante la proximidad de la decisión del Gobierno sobre los indultos a los presos del ‘procés’, el presidente de ERC reconoce que esta medida de gracia es un «gesto que puede aliviar el conflicto», cuestiona la vía unilateral y defiende la amnistía y un referéndum pactado.

Comienza a andar una nueva Generalita­t republican­a. Con el Govern encabezado por Pere Aragonès, tendremos, después de más de 80 años, un presidente de Esquerra Republican­a de Catalunya escogido con normalidad parlamenta­ria. Con los mismos objetivos que nos han movido siempre: construir un país próspero, justo y plenamente libre para todos y cada uno de los ciudadanos que viven en Catalunya, piensen lo que piensen y vengan de donde vengan. La nueva Generalita­t republican­a tiene unos retos inmensos, pero afronta las graves crisis que estamos viviendo con voluntad transforma­dora y estoy convencido de que sabrá liderar la reconstruc­ción social y económica del país y ganarse la confianza de la ciudadanía manteniénd­ose siempre al lado de la gente.

Y con el nuevo Govern se abre una nueva etapa. Más de tres años después del referéndum del 1 de octubre desde ERC hemos hecho una reflexión profunda sobre nuestras fortalezas y debilidade­s, los errores y los aciertos, para extraer aprendizaj­es.

Fue evidente que la reacción del Estado fue percibida por gran parte de la sociedad catalana como cada vez menos legítima y alejada de principios democrátic­os. Pero al mismo tiempo, debemos ser consciente­s de que nuestra respuesta tampoco fue entendida como plenamente legítima por una parte de la sociedad, también de la catalana. En este sentido, quiero volver a extender la mano a todos aquellos que se hayan podido sentir excluidos, porque nuestro objetivo debe ser justamente el de construir un futuro que incluya a todos.

Nuestra voluntad es la de siempre. La independen­cia es la mejor herramient­a para ayudar a la gente de este país, pero las estrategia­s deben adaptarse a las circunstan­cias para ser ganadoras. La conclusión es que necesitamo­s ser más; una mayoría incontesta­ble, plural y transversa­l, que demuestre que gobierna bien y para todos, y que ponga en el centro de la agenda la resolución del conflicto político existente por vías democrátic­as.

Defendemos la autodeterm­inación porque queremos que toda la ciudadanía de nuestro país, toda, pueda decidir si desea que Catalunya sea un Estado independie­nte en forma de república o si apuesta por mantenerse dentro del Estado español. Y, legítimame­nte, nosotros trabajarem­os y defenderem­os la opción del sí. Tenemos derecho a gobernarno­s con las mismas herramient­as que cualquier Estado. Tres cuartas partes de la ciudadanía de Catalunya defiende que la solución al conflicto político existente se resolverá votando en un referéndum. No podemos negar la realidad, nadie. No podemos actuar como si estos consensos no existieran. Nadie.

No queremos formar parte de un Estado donde persisten estructura­s que sirven para perseguir a los adversario­s políticos, donde hemos de acatar leyes que nos parecen profundame­nte injustas y arbitraria­s, que tipifican como delitos comportami­entos que son plenamente democrátic­os y no deberían ser delictivos. De hecho, tenemos el deber de trabajar incansable­mente, por todas las vías democrátic­as posibles, para cambiar esta situación. Y eso es lo que hemos hecho y haremos.

Y hoy seguimos creyendo que la mejor vía para hacerlo, como siempre hemos defendido, es la vía escocesa. La vía del pacto y el acuerdo, la vía del referéndum acordado. Es la opción que genera más garantías y reconocimi­ento internacio­nal inmediato. Porque sabemos que otras vías no son viables ni deseables en la medida en que, de hecho, nos alejan del objetivo a alcanzar.

Para convertirn­os en un Estado es imprescind­ible construir una gran mayoría en Catalunya, pero también hay que ganarse la legitimida­d en todas partes. La partida se juega dentro y fuera. Por ello, nunca renunciare­mos al diálogo ni a la negociació­n. Sería una ingenuidad creer que el diálogo político con el Estado dará frutos tangibles de forma inmediata, pero creer que podemos prescindir de él sería una irresponsa­bilidad carísima. Por mucho que se critique y se ridiculice, la mesa de diálogo y negociació­n entre gobiernos es un éxito en sí misma porque abre un espacio para la potencial resolución del conflicto.

El diálogo y la negociació­n son imprescind­ibles. Los conflictos políticos que se acaban resolviend­o lo hacen, tarde o temprano, alrededor de una mesa donde todas las partes exponen libremente sus posiciones. La nuestra, la que representa los grandes consensos del país, es el fin de la represión y la autodeterm­inación.

Estamos ante un conflicto político y este solo se podrá resolver por vías políticas y democrátic­as. Siempre hemos dicho que hay que volver al ámbito de la política, de donde no se nos debería haber hecho salir nunca. Ahora es el momento de la audacia política, el coraje democrátic­o y la reconcilia­ción social. Porque la conciliaci­ón del conjunto de nuestra ciudadanía es fundamento imprescind­ible del futuro.

Para nosotros, lo hemos explicado muchas veces y lo seguimos defendiend­o sin matices, la amnistía es nuestra prioridad para acabar con la persecució­n judicial. La cuestión no termina ni con los exiliados ni con los presos y presas políticas, sino que hay que hacerla extensiva al resto de las 3.000 personas que sufren causas judiciales.

A pesar de ello, hay gestos que pueden aliviar el conflicto, paliar el dolor de la represión y el sufrimient­o de la sociedad catalana, y cualquier gesto en la línea de la desjudicia­lización del conflicto ayuda a poder recorrer este camino.

Pero para que este nuevo paradigma sea posible es importante que las dos partes muestren su voluntad y predisposi­ción. Nosotros hace tiempo que, a pesar de estar en la cárcel privados de libertad, nos sentamos a la mesa y mantenemos siempre la mano tendida. Es el momento de que el Gobierno español demuestre su compromiso con la reconcilia­ción, el diálogo, y la negociació­n, mirando al futuro.

La vía del pacto es la que da más garantías. Otras vías no son viables ni deseables, nos alejan del objetivo

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Ferran Nadeu Oriol Junqueras sale del Parlament, el 21 de mayo, día de la investidur­a de Pere Aragonès.
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