El Periódico - Castellano

Orientar mejor los futuros laborales

La decisión de qué estudiar ahora se ve sometida a una mayor incertidum­bre. Los jóvenes necesitan informació­n

- CARLOS VICTORIA LANZÓN

Miles de jóvenes se presentan estos días a las pruebas de acceso a la universida­d. Quienes ya hace algunos años que pasamos por esa experienci­a la recordamos como una mezcla de sensacione­s: nerviosism­o, alegría, miedo, realizació­n o incertidum­bre. Muchos tienen claro qué carrera quieren cursar, a la espera de saber finalmente si podrán o no hacerlo; algunos incluso tendrán una idea de a qué les gustaría dedicarse una vez terminen sus estudios; otros, por el contrario, albergan dudas, no solo sobre lo segundo, sino, incluso, sobre lo primero.

Y es que en un contexto como el actual, cuando se ha vuelto a constatar que los jóvenes son los más afectados por la destrucció­n de empleo, inmersos en una revolución tecnológic­a que hace que las habilidade­s y las competenci­as cambien de manera más rápida que antes, y en un mundo en el que se ha difuminado la conexión entre estudios y profesione­s, la decisión de qué estudiar se ve sometida, si cabe, a mayor incertidum­bre.

Según los últimos datos, casi el 22% de los alumnos de grado abandona sus estudios el primer año: de ellos, un 9% cambia de carrera; el resto se marcha del sistema universita­rio. Los motivos de este abandono son diversos, pero sin duda una mala orientació­n a la hora de elegir los estudios se encuentra entre ellos.

La orientació­n académica y profesiona­l es un instrument­o clave a la hora de guiar las decisiones de formación. Sin embargo, pese a que existen experienci­as exitosas tanto en el sector público como en el privado (mediante páginas web, directorio­s con informació­n sobre grados, sus salidas profesiona­les y dónde cursarlos, o cuestionar­ios y otras herramient­as), una elevada proporción de jóvenes no tiene claro qué estudiar, no ha recibido orientació­n o tiene una percepción negativa de ésta. Mejorar la orientació­n dentro y fuera del sistema educativo, por ejemplo, a través de la colaboraci­ón con los servicios de empleo y desde el sector privado, es clave para que los jóvenes dispongan de una correcta informació­n a la hora de tomar una decisión tan importante.

En cualquier caso, el valor de una adecuada orientació­n no se agota en las etapas previas a la universida­d. A lo largo de la carrera se adquieren una serie de conocimien­tos teóricos y prácticos necesarios para desempeñar una profesión de manera adecuada. Sin embargo, la formación a lo largo de toda la vida comienza ya en la propia universida­d: ciertas habilidade­s transversa­les (de idiomas, digitales o de análisis de datos, investigad­oras o de oratoria), o específica­s pero complement­arias, se suman cada vez más a los conocimien­tos generalist­as de manera autónoma o guiada. Por otro lado, existen una serie de competenci­as (autonomía, capacidad de adaptación, trabajo en equipo, habilidade­s de comunicaci­ón, motivación o gestión del tiempo) que son necesarias para tener un desarrollo profesiona­l adecuado a las necesidade­s del mercado de trabajo.

De hecho, algunas de estas competenci­as y habilidade­s solo se ponen en práctica con una primera experienci­a profesiona­l: por ello, son bienvenida­s iniciativa­s como los

programas de empleo joven que se prevén poner en marcha en el marco del Plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a y del nuevo plan de choque contra el desempleo juvenil. Los programas de primera experienci­a profesiona­l o de contrataci­ón de investigad­ores y tecnólogos son iniciativa­s necesarias, pero no suficiente­s: deben implementa­rse medidas de oportunida­des de empleo para personas jóvenes, de mejora de su inserción laboral y de incentivo a su contrataci­ón estable.

Recibir una oportunida­d laboral tras acabar la educación no solo contribuye a romper el círculo vicioso de la falta de experienci­a; también permite no desaprovec­har el conocimien­to y el capital humano adquirido a lo largo de años de estudio. Recordemos además que el efecto de la precarieda­d al entrar al mercado laboral deja una cicatriz en las vidas laborales, afectando a los ingresos y a la calidad del empleo no solo en el corto y en el medio, sino también en el largo plazo. Por ello, para cerrar las brechas de oportunida­des actuales y prevenir las futuras, cualquier medida de estímulo estará incompleta si no se vuelca sobre un mercado laboral distinto: no segmentado, flexible, pero seguro y centrado en la adquisició­n de capital humano.

Mirando más allá, al inicio del camino, no podemos olvidar que este se trunca demasiado pronto para muchos jóvenes: más de medio millón de personas no han completado la segunda etapa de secundaria ni siguen ningún tipo de formación. Aunque la tasa de abandono educativo temprano sigue disminuyen­do, luchar contra el abandono escolar debe seguir siendo una de las prioridade­s de la política educativa.

El 22% de los universita­rios abandonan sus estudios en el primer año

La precarieda­d al empezar a trabajar deja una ‘cicatriz’ en las vidas laborales

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain