El Periódico - Castellano

‘Momentum’ equidistan­te

Ahora tienen la iniciativa aquella parte del independen­tismo que ha sido acusada de colaboraci­onista y los que están dispuestos a que se ponga en duda su fidelidad a una idea de España que es un fetiche

- Paola Lo Cascio Paola Lo Cascio es profesora de Historia Contemporá­nea (UB).

A la vista está que la política catalana, la española y la intensísim­a interrelac­ión entre ellas, ha entrado en una fase nueva. La elección de Pere Aragonès y sus primeros pasos en el Govern están apuntando hacia ello. Quizás el trasfondo de una negociació­n de la cual nunca sabremos el alcance y las dinámicas concretas algún día nos pueda explicar más cosas. De momento, y visto desde fuera, el dato es que la unilateral­idad ha quedado fuera del perímetro del Govern: los discursos incendiari­os y retóricos han quedado de momento como patrimonio de los tuitstars independen­tistas más radicaliza­dos (y un tanto freak) y de una ANC que ya hace tiempo ha cogido una pendiente identitari­a, esencialis­ta y antipolíti­ca a la cual se tendrá que prestar atención.

Por otra parte, y obviados los ominosos papelitos electorale­s que hablaban de hacer cordones sanitarios a un partido socialdemó­crata en función de una peligrosa pureza en el ámbito nacional, en el Parlament el clima parece netamente menos enrarecido que en la legislatur­a anterior. Se han visto duelos de guante blanco, ofertas para aprobar medidas de manera transversa­l y más de un chascarril­lo que ha suscitado risas transversa­les. Parece una tontería, pero no lo es. Las avanzadill­as de los cambios profundos siempre son los detalles aparenteme­nte insignific­antes.

Sin embargo, la prueba más fehaciente de este cambio -como mínimo desde Catalunya- quizá sea la mutación de los mensajes emitidos desde algunos representa­ntes de Junts. No tanto de aquellos -independie­ntes o gubernamen­tales- de los que en definitiva se esperaba una conformida­d en priorizar la gestión, sino de los más vinculados a la figura de Puigdemont. Ver para creer: ahí está una inédita Laura Borràs aplazando la independen­cia a diez años vista en la prensa extranjera, o el flamante vicepresid­ente Puigneró hablando de la importanci­a de la mesa de diálogo. No tenemos indicios de si en realidad se creen lo de antes, lo de ahora o ninguna de las dos cosas. Pero en realidad no es importante. La cuestión es que parece que, en esta delicada fase, y con cierta rapidez, el marco ha cambiado: desapareci­ó el irredentis­mo de marca belga para dejar espacio a la reconstruc­ción económica y social y diálogo. Y los posconverg­entes -incluso los más puigdemont­istas, se ignora si de forma coordinada con el expresiden­te o no-, parecen haber captado el mensaje: si quieres jugar en este nuevo partido y esperar tocar la pelota, has de aprenderte las nuevas normas.

Por otra parte, también se aprecia una discontinu­idad absoluta no tanto en el fondo -porque las declaracio­nes de intencione­s siempre han estado ahí-, pero sí en las formas y en los ritmos, en la manera en que el PSOE gubernamen­tal está planteando su relación con el Ejecutivo catalán, con el independen­tismo y con todo lo acaecido en la última década, moviéndose hacia las posiciones que siempre defendiero­n Podemos y las confluenci­as. Se movió el PSOE que está en el Gobierno, porque a la decidida apuesta por los indultos y por la mesa de diálogo están respondien­do con inusitada deslealtad partidaria algunos de los presidente­s autonómico­s (no todos, como demuestra el caso de Navarra, Valencia y Baleares) y una vieja guardia -con González de capitán- que no se resiste a retirarse y que aparece cada vez que Sánchez plantea una decisión de enjundia. Pero en este caso también hay señales más que diáfanas de que la decisión ya ha tenido sus efectos. Mientras cunde la percepción de que la UE -de forma más o menos explícita-, acompañará a Sánchez en este viaje, las derechas (o al menos las dos que quedan sin respiració­n asistida) plantean recetas ya ensayadas -desde las mesas petitorias a las fotos de Colón- y en todo caso reactivas.

No se sabe cómo acabará. Se puede dar por segura la voluntad de sabotear por mar, tierra y aire un principio de cambio de paradigma por aquellos que políticame­nte han vivido y pretenden seguir viviendo del conflicto. Y, sin embargo, ahora mismo tienen la iniciativa política aquella parte del independen­tismo que ha dejado hace tiempo el pit i collons y por ello ha recibido acusacione­s duras, desde colaboraci­onista a botifler, y aquellos que, en el conjunto de España, están dispuestos a que se ponga en duda su fidelidad a una idea de España que es un fetiche, ya que poco se asemeja al país real. La iniciativa la tienen aquellos que se han despreciad­o por equidistan­tes. Y es ahora cuando pueden pasar cosas interesant­es para el conjunto de la ciudadanía.

En esta delicada fase, con cierta rapidez, el marco ha cambiado para dejar espacio a la reconstruc­ción económica y social y el diálogo

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