Plantas ‘mentirosas’ y mutantes del futuro, en el CCCB
‘Ciencia fricción’ pregona que el motor de la evolución reside en las relaciones simbióticas e interdependientes entre todas las especies vivas.
Quizá la instalación más inquietante de Ciencia fricción. Vida entre especies compañeras, que hasta el 28 de noviembre ofrece el CCCB, sea el experimento de zoología anticipativa Ecosystem of Excess, de Pinar Yoldas. «Especula sobre cómo serán nuestros descendientes en el futuro», dice la comisaria de la muestra, María Ptqk, rodeada de recipientes transparentes en cuyo líquido flotan criaturas mutantes ficticias pero que reflejan la simbiosis que ya se está produciendo en los océanos: algas unicelulares, bacterias y otros microorganismos han empezado a adaptarse y a metabolizar los microplásticos que envenenan el fondo marino. «Los peces también conviven con este elemento tóxico -alerta- y nosotros nos comemos los peces…».
Queda atrás la visión antropocéntrica del mundo: el ser humano ya no está en la cima de la evolución sino que es una especie más: todas las formas de vida en la Tierra están unidas por relaciones simbióticas e interdependientes. Esta mirada biocéntrica es la que recorre la exposición.
En una sequoia
El proyecto, dirigido por Jordi Costa en colaboración con el Pompidou de París, se apoya en pinturas, instalaciones audiovisuales y artísticas, dibujos, películas... También una experiencia de realidad virtual que traslada al visitante al interior de una sequoia (árboles de hasta 100 metros de alto y 3.000 años de edad) o propuestas inmersivas, como la de tumbarse dentro de una futurista cápsula blanca bautizada Myconnect y enchufarse unos cables que transmiten los latidos del corazón a unos cultivos de micelios de champiñón ostra: en seguida, estos reaccionan con sonidos, luces y vibraciones en un ejemplo de singular interrelación entre especies.
La muestra transmite la filosofía de dos pensadoras clave, las biólogas estadounidenses Lynn Margulis (1938-2011) y Donna Haraway (1944). Sus trabajos destacan la importancia de la simbiosis, la convivencia y la colaboración entre especies y destierran la competitividad entre organismos independientes como motor de la evolución, explica Judit Carrera, directora del CCCB. Ciencia fricción, señala, coincide por azar con el covid, «un virus de origen animal, nacido de la alteración de los ecosistemas naturales, que provoca profundos interrogantes».
Margulis revolucionó las teorías de la evolución con la simbiosis, afirmando que toda vida en la Tierra, incluida la humana, viene de un entramado de bacterias, virus y otros organismos, algo que cuestiona la supremacía del ser humano sobre el resto de especies. «Todos somos ecosistemas», apunta Ptqk. Haraway, además, incidía en la intersección entre ciencias y humanidades, «apelando a la ciencia ficción y a jugar con el lenguaje para inventar historias que ayuden a convivir con especies compañeras, como lo hacen por ejemplo insectos y flores, y crear nuevos mundos, ya que el que conocemos parece acabarse», considera Carrera.
Ciencia fricción cuenta con los dibujos de Ernesto Casero, ficticios, pero tan realistas que cualquiera apostaría a que son fotos en blanco y negro de pancartas, pintadas o manifestaciones de plantas, animales o microorganismos reclamando sus derechos: el cínico lema nazi El trabajo os hará libres luce ante un campo de agricultura intensiva. Experimentos sorprendentes son el de Cleve Bakster, experto en interrogatorios de la CIA, que conectó una planta al detector de mentiras, descubriendo con el polígrafo que las plantas eran capaces de sentir miedo y dolor, o el colectivo Quimera Rosa, que ha osado hacerse transfusiones de clorofila. La muestra aboga por la visión biocéntrica del mundo en vez de la antropocéntrica