La crisis de la frontera de Irlanda del Norte tras el Brexit crispa el G-7
El tránsito de mercancías se ha convertido en un conflicto enquistado que amenaza con abrir una guerra comercial entre la UE y el Reino Unido
La controversia sobre los controles aduaneros en Irlanda del Norte, que envenenó durante años las negociaciones del Brexit, aún enturbia las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea. El conflicto enquistado por el tránsito de mercancías amenaza ahora con abrir una guerra comercial entre ambos lados del canal de la Mancha y ha alterado la armonía y el orden del G-7 que se está celebrando en Carbis Bay, en Inglaterra. El primer ministro británico, Boris Johnson, dijo ayer que haría todo lo posible para que el flujo de mercancías siguiera sin obstáculos. Los representantes europeos le emplazaron a respetar y cumplir la legislación internacional.
El problema está en que el 30 de junio termina el período de gracia de seis meses concedido por la UE a Londres para que puedan seguir circulando las mercancías entre Irlanda del Norte (noroeste de la isla de Irlanda) y el resto del Reino Unido, o sea, la isla de Gran Bretaña. Esto significa que el 1 de julio se aplicará por completo el protocolo norirlandés, aumentarán los controles de mercancías y se prohibirá la entrada de productos cárnicos congelados, entre ellos las salchichas británicas que han servido para bautizar el conflicto como la guerra de las salchichas.
El protocolo norirlandés es un anexo del tratado de retirada de la UE que garantiza que se mantiene la libre circulación de personas y de mercancías entre el norte y sur de la isla de Irlanda, uno de los puntos importantes de los acuerdos de paz de 1998 entre protestantes unionistas británicos y católicos republicanos irlandeses. Johnson aceptó que parte de la economía norirlandesa quedara dentro del mercado único y la unión aduanera y trasladar la frontera a la costa.
Johnson, anfitrión
Todo esto está recogido en el protocolo y estas concesiones le permitieron ganar las elecciones y cumplir la promesa del Brexit. Pero tarde o temprano iban a explotar. Johnson quería evitar que fuera en esta cumbre en la que ejerce de anfitrión y en la que quería mostrarse al mundo como un líder. Ayer por la mañana se reunió, por separado, con el presidente francés, Emmanuel Macron, con la cancillera alemana, Angela Merkel, con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Pero Johnson pareció frustrado por la forma en que se habían desarrollado las conversaciones y, en una entrevista para SkyNews, dijo: «He hablado con nuestros amigos y parecen no entender que el Reino Unido es un solo país y un solo territorio». «Solo necesitan meterse eso en la cabeza», añadió. Johnnson dijo que quiere proteger la integridad territorial del Reino Unido y el mercado interno.
Von der Leyen replicó que Johnson debe cumplir lo acordado en las negociaciones del Brexit, unas declaraciones muy parecidas a las de Macron que le recordó que se habían pasado cuatro años negociando los tratados y las condiciones de salida y que debía «mantener su palabra». Al principio del G-7 Macron afirmó que si Johnson no respetaba los acuerdos internacionales perdería su reputación como líder mundial.
Los medios británicos ya han bautizado el nuevo contencioso como ‘la guerra de las salchichas’
Eliminar fronteras
Johnson quiere invocar el artículo 16 del protocolo que le permite eliminar las fronteras en caso de emergencia. Es el mismo artículo que invocó la UE cuando la crisis del suministro de las vacunas. Esto lo recordó Johnson ayer. La UE no se lo permite y ha amenazado con tomar medidas de represalia, como acciones legales o aranceles sobre las exportaciones del Reino Unido. Pero Johnson no parece tener intención de cambiar de idea.
«El protocolo puede funcionar si se aplica con sensatez pero, por el momento se están construyendo todo tipo de impedimentos. Y creo que podemos solucionarlo». Johnson tiene también la presión de Biden, de fuertes raíces irlandesas, que quiere que se respete el protocolo norirlandés. Preguntado sobre si le preocupaba que la crisis de Irlanda del Norte empañara la cumbre, respondió que no, que están a punto de conseguir cosas importantes sobre la pandemia y el cambio climático.