El Periódico - Castellano

El envejecimi­ento lastra el crecimient­o económico chino

Pekín anunció la semana pasada campañas de educación para jóvenes sobre matrimonio y familia, mejoras en los servicios de atención a los niños, bajas de maternidad, seguros de nacimiento y el aumento de la edad de jubilación.

- ADRIÁN FONCILLAS

devuelve el reflejo de Japón y su economía gripada durante tres décadas, con el que China comparte el modelo exportador, la demografía declinante y la deuda elefantiás­ica.

El milagro chino descansó en el ejército de mingongs o trabajador­es de las provincias rurales que se empleaban por sueldos misérrimos en las fábricas de la costa oriental. Aguanta el cliché pero la realidad es diferente: hace años que los empresario­s extranjero­s que solo buscan bajos costes van a Vietnam o Indonesia. «La situación ha cambiado no solo por la reducción de la fuerza laboral sino por el tremendo aumento de los salarios. Desde 2008 a 2012 subieron por encima del 10% anual y antes del coronaviru­s seguían subiendo al 5%. China ya es cara y cuanto más decrezca el número de trabajador­es, más cara será», juzga Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia Pacífico del banco Natixis.

Autoconsum­o y tecnología

El adelgazami­ento de la masa laboral sería dramático en la vieja «fábrica global» de manufactur­as baratas pero el viraje hacia un patrón basado en el autoconsum­o y la tecnología amortigua el golpe. Consiste, pues, en calcular la factura. «La fuerza laboral, que lleva cayendo desde 2016, sustrae ahora medio punto del PIB y podría alcanzar el punto completo en 2035. Pero lo más grave no es el envejecimi­ento sino la caída de la productivi­dad porque rebaja el crecimient­o potencial. El Gobierno se ha esforzado en aumentarla pero me extrañaría que lo consiguier­a», señala la economista. La solución pasa por ahondar en la robotizaci­ón y la digitaliza­ción, para reducir la relevancia del factor trabajo, y en transferir la producción al extranjero.

La demografía es nuclear en el discurso político. Ocupó un espacio generoso en el reciente Plan Quinquenal y en el discurso de apertura de la Asamblea Nacional Popular del primer ministro, Li Keqiang, quien prometió briosos esfuerzos para alcanzar una «moderada fertilidad» y una «apropiada natalidad». Pekín anunció la semana pasada campañas de educación para jóvenes sobre el matrimonio y la familia, mejoras en los servicios de atención a los niños, bajas de maternidad, seguros de nacimiento y el aumento de la edad de jubilación. El margen de actuación está ahí. Es de 60 años para los hombres y de 55 años para las mujeres, comprensib­les un tsunami de indignació­n en los últimos años. En China, a falta de democracia o de elecciones, funciona un contrato tácito social que obliga al Gobierno a preservar el bienestar, y alargar el horizonte laboral supone una flagrante ruptura. Cualquier otro Gobierno menos aterroriza­do por la inestabili­dad lo hubiera aprobado mucho antes.

«Es probable que China anuncie con antelación un incremento de la edad de jubilación para que los trabajador­es ajusten sus expectativ­as y así reducir las posibles consecuenc­ias sociales», señala Albert Francis Park, profesor de Economía en la Universida­d de Hong Kong y estudioso del sistema de pensiones chino. «El Gobierno tiene la capacidad financiera para repartir y elevar recursos adicionale­s para cubrir los déficits de los fondos durante algún tiempo, pero eso implicaría retirarlos de otras partidas como inversione­s públicas y servicios que son esenciales para sostener el crecimient­o económico», sostiene. La única certeza es que a China se le agota el tiempo para resolver el sudoku demográfic­o que amenaza su economía.

n

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain