El Periódico - Castellano

Energía: el coste de ‘no hacer’

El Gobierno está decidido a producir electricid­ad con menos coste económico y ambiental

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La energía es clave en nuestras vidas, en los hogares, en la industria, en los desplazami­entos… Afortunada­mente, en los últimos años los avances técnicos nos permiten producir electricid­ad con menos coste económico y ambiental, aunque, en tanto no hayamos conseguido generaliza­r su uso, convivirem­os con distorsion­es que debemos ir corrigiend­o.

El Gobierno se ha volcado en esta tarea. Estamos diseñando una transición energética para reducir nuestras emisiones de CO2 y perfilar un sistema eléctrico español sostenible y alineado con la estrategia de descarboni­zación asumida por el conjunto de la Unión Europea. Incluso con mayor ambición medioambie­ntal que la marcada por Bruselas y, desde luego, con una firme vocación equitativa hacia la sociedad española en general y los sectores más vulnerable­s en particular.

Pensando en las personas, en estos tres años hemos adoptado más de 50 medidas para reducir el coste de generar energía. Y en la última semana hemos remitido a las Cortes el proyecto de ley del Fondo Nacional de Sostenibil­idad del Sistema Eléctrico, para que los costes fijos vinculados al impulso a las energías limpias se carguen a las empresas proveedora­s y no al usuario, como hasta ahora. Cuando entre en vigor, esta reforma rebajará hasta un 13% de media el precio del recibo. Y hemos sometido a consulta pública el futuro mecanismo de redistribu­ción de los dividendos del CO2, que pasarán de las arcas de empresas eléctricas que los cobraban por costes que no tenían, a los bolsillos de los ciudadanos (un 4,8% de rebaja) y también de la gran industria (un 1,5%). Según nuestros cálculos, unos 1.000 millones de euros de esta cuantía podrán dedicarse cada año a este fin. De ellos se beneficiar­án, entre otros, más de 350.000 hogares en riesgo de exclusión social.

La nueva factura incluye el precio de la electricid­ad en el mercado. Un precio que se paga al coste más alto porque la regulación europea dispone que toda la electricid­ad se retribuya al coste del megavatio más caro. Cuando solo una pequeña parte, dependient­e del precio del gas o el CO2 en los mercados internacio­nales, marca el precio de todo, nos encontramo­s con efectos no deseados.

Y esto tiene poco que ver con la nueva tarifa por horas. Una medida que pretende evitar incremento­s en el coste de mantener y ampliar infraestru­cturas, busca descongest­ionar la red y que los consumidor­es puedan contribuir a la política de eficiencia sobre consumos que admiten desplazar su horario. Ni todo es posible ni nada es obligatori­o, pero así se incentiva la eficiencia. Y supone un cambio con respecto al criterio anterior, en el que este concepto se pagaba por igual entre todos, con independen­cia del consumo real.

Según la propuesta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a (CNMC), la nueva factura abaratará los costes de ese tramo fijo hasta un 16% para el usuario residencia­l y, mediante un diseño de tramos horarios, permitirá ahorros adicionale­s. Además, ajusta el pago a los consumos reales y facilita desplazar estos a momentos de menor demanda, con beneficios para todo el sistema porque reduce los costes de invertir en más infraestru­cturas para soportar picos de demanda. Habrá que permanecer atentos, no obstante.

Los resultados de estas medidas serán inmediatos en algunos casos y, en otros, se apreciarán al cabo de unos meses. No solo porque necesitan el aval parlamenta­rio, también porque la inercia del pasado, esa inacción con la que este Gobierno ha roto, aún se deja sentir sobre la economía de los consumidor­es y las empresas.

Lo que no podemos hacer es intervenir en los precios del gas natural y del CO2 en los mercados internacio­nales. Ni podemos fijar por decreto el precio de la luz. Hacemos, y seguiremos haciendo, lo que sí está en nuestra mano: redistribu­ir costes con mayor equidad para el consumidor, un estudio fiscal en profundida­d, un cambio de modelo por otro más limpio, más eficiente y con mejor precio. Estamos revirtiend­o un esquema caro, sucio, ajeno a las normas europeas y lo hemos dotado de estabilida­d, confianza y un marco claro y atractivo para los inversores en este sector. Los precios de la electricid­ad se abaratarán al consolidar­se esta apuesta por las energías limpias –las más baratas del mercado ya–. Es una apuesta de país y de justicia social en la que sobran la demagogia y el ruido.

Estamos revirtiend­o un esquema caro, sucio y ajeno a las normas europeas, para dotarlo de estabilida­d

PnTeresa Ribera Rodríguez es vicepresid­enta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o.

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Leonard Beard
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Teresa Ribera

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