Construir un equipo
Koeman continuará siendo el primer entrenador del Barça. Un anuncio oscurecido por la enigmática función encargada a Jordi
Cruyff. Resuelta la incógnita, ahora hay que acabar de configurar la plantilla para que el cuerpo técnico pueda diseñar una estrategia de juego altamente competitiva. Falta concretar si Messi continuará formando parte del equipo; la experiencia del año pasado nos obliga a ser cautos. Aun así, considero que no tendría que condicionar excesivamente la propuesta futbolística que plantee el entrenador con sus colaboradores. Hay que construir un equipo que sea capaz de ganar a cualquier rival y pueda ofrecer un juego suficientemente vistoso para hacer disfrutar a los aficionados, tanto por los resultados obtenidos como por la puesta en escena.
La participación de Messi puede ser tanto una fortaleza como una debilidad. Será una fortaleza si potencia la efectividad del equipo; y será una debilidad si el equipo tiene que trabajar solo para él. Messi tiene que suponer un plus para que el equipo gane en excelencia, no una rémora para el desarrollo de las potencialidades de sus compañeros. ¡Cuántas ocasiones perdidas por estar demasiado pendientes de dónde estaba Messi! Su presencia tiene que ayudar al resto de jugadores a crecer, no a restarles la confianza en sus posibilidades.
Hay un mantra que debería ir apaciguándose: «Messi es el mejor jugador del mundo», ya no digo de todos los tiempos. De hecho, es una manera de hablar que, a pesar de ser rentable económicamente, no refleja la realidad. El fútbol es un deporte colectivo en el que Messi sobresale superlativamente en unas funciones determinadas –las más vistosas y apreciadas–, pero no en todas. Además, para brillar necesita de sus compañeros.
Para que un equipo pueda rendir al máximo, el entrenador tiene que valorar la calidad, el acoplamiento y la implicación de todos los jugadores. Así pues, a Ronald Koeman le corresponde sacar el máximo provecho de los que tiene para lograr los exigentes objetivos de este club.