Queralt Lahoz, entre la calle y las estrellas

Queralt Lahoz desliza una declaración de principios en su primer álbum, Pureza, con el que nos viene a decir que la expresión genuina puede brotar de la mezcla. En su caso, manejando un portentoso cante con querencia flamenca sobre bases de hip-hop y r’n’b, y dejando que asomen el son cubano y la copla. Luce tanta calle como mística y pone el poderío escénico por delante, como pudimos constatar el viernes en ese inédito escenario, bautizado por el festival Cruïlla XXS con la marca Vueling, y levantado junto al edificio Disseny Hub Barcelona.

El directo explicó por qué esta cantante y compositora de Santa Coloma de Gramenet está en boca de tantos desde que lanzó aquel epé, homenaje a su difunta abuela, titulado 1917. Más allá del ya clásico cliché posmoderno de las fusiones, Queralt Lahoz transpira arte con un cante llamado a altas misiones, que no se contenta con la crónica del barrio, muy vivaz y resuelta, y que invoca a los ancestros, al poder del amor y a la fuerza del destino.

De Morente a Lorca

La textura urbana envolvió piezas como Con poco y Línea 18, con flow y pulsión cubana, y en la sensual Tu boca, más cercana al r’n’b. Sonoridad tramada por un trío electrónico-orgánico (teclados, batería y programaciones), presto a construir una atmósfera vaporosa en La prueba, pieza de la malograda Gata Cattana, y de tejer arabescos en torno a María la molinera. Una Queralt Lahoz, ahí, con ribetes de cantautora, que acabó acercándose al aura de Lole y Manuel en Si la luna quiere, con cita incrustada a Morente vía León Felipe («yo no le temo a las olas, ni a los grandes temporales»), de igual modo que en La misa citó Anda jaleo, con vistas a García Lorca. Encajonarla en un estilo o categoría quizá sea perder el tiempo: todo apunta a que ella es una artista guiada por las estrellas.

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