¿Por qué fue tan memorable?
Novak Djokovic destacó el partido con Rafael Nadal como «el mejor que había jugado en París», pero el campeón destronado no piensa lo mismo: «No es lo que siento», asegura, por «haber perdido el torneo más importante del año». Tras la derrota, el mallorqu
«Ha sido el mejor partido que he jugado en París y de los tres mejores de mi carrera. Una de esas noches para recordar siempre», decía orgulloso Novak Djokovic, minutos después de ganar a Rafael Nadal, en las semifinales de Roland Garros por 6-3, 3-6, 6-7 (4) y 7-5, con la adrenalina aún a tope.
La opinión del número 1 la compartían seguramente todos los 5.000 aficionados que, gracias a Emmanuel Macron, asistieron en directo al 58 capítulo del clásico del tenis, millones de espectadores que estuvieron enganchados a la tele (3,64% de audiencia en Francia), el ordenador, el móvil o la tablet durante las 4 horas y 11 minutos que duró el desafío entre los dos mejores jugadores de tenis de la tierra del momento.
Tenistas alucinados
También muchos tenistas compartían la opinión del serbio. «No se puede jugar mejor al tenis en tierra. Esto es la perfección», tuiteó Andy Murray, que sabe lo que es enfrentarse a los dos. «Sueño con volver a encontrarlos», decía en Twitter, el argentino Juan Martín Del Potro, aún convaleciente de su operación de rodillas. «¡Soy un privilegiado! Por poder comentar con vosotros uno de los mejores partidos de los últimos años», destacaba Àlex Corretja, en Eurosport. «¿Los tenistas jugamos el mismo deporte que ellos?», se preguntaba Diego Schwartman, que 48 horas antes había perdido con Nadal en los cuartos.
Pero en la reciente historia del tenis hay muchos mejores partidos para el recuerdo. Para citar dos, con ellos dos de protagonistas, ahí está la final de Australia del 2012 (5-7, 6-4, 6-2, 6-7, 7-5) tras 5 horas y 53 minutos o la del 2008 de Wimbledon cuando Nadal ganó el primer título ante Roger Federer (6-4, 6-4, 7-6, 7-6, 7-9) en 4 horas y 48 minutos..
A Nadal tampoco le pareció el mejor duelo, ni haberse enfrentado al mejor Djokovic. «No. Es lo que siento», dijo. «Ha sido un muy buen partido al límite», comentó el tenista mallorquín.
Las estadísticas del partido corroboraban su impresión. Nadal cometió 8 dobles faltas (3, Djokovic), solo ganó 6 de los 16 break points que tuvo (8 de 22 el serbio), se repartieron 92 errores no forzados (55 y 37) y estuvieron igualados en los golpes ganadores (48 y 50) y los aces (6 cada uno).
Nadal encajó la derrota con resignación. «Ganar 13 veces ya es una barbaridad. Estoy triste porque es el torneo más importante del año para mí pero la vida sigue. No hay más. Mañana estaré en Mallorca», se consolaba.
Las dudas del futuro
La derrota le plantea dudas para el futuro de cara al resto de la temporada, especialmente Wimbledon, que llega en menos de dos semanas (del 8 de junio al 11 de julio). «Quiero respirar un poco. Tengo que digerirlo todo. Ahora no estoy capacitado para tomar ninguna decisión. Después de dos meses intensos, la decisión de si juego en Wimbledon o no, ahora mismo tiene poca importancia», destacó un sereno Nadal. «Tengo 35 años y he trabajado dos meses muy intensos, ganando dos títulos (Barcelona y Roma) pero sin conseguir el objetivo final. Hay que ver cómo me recupero en todos los sentidos. Todo es muy diferente a cuando tenía 25, 26 o 27 años», recalcó.
La hora de Djokovic
Mientras Nadal valora la mejor decisión, Djokovic entrará hoy en la Phlippe Chatrier (15.00 horas, Eurosport) con un objetivo muy claro en la final ante Stefanos Tsitsipas. El número 1 mundial buscará su segundo Roland Garros para acercarse al récord de 20 que comparten Nadal y Federer.
Después de «subir el Everest», como dijo que sentía cada vez que jugaba ante Nadal, ahora intentará que Tsitsipas no le baje de golpe de la cima. Tiene experiencia. En el 2015, cuando ganó por primera vez a Nadal en París en cuartos, después se le escapó el título ante Stan Wawrinka. En esta ocasión no quiere fallar.