El Periódico - Castellano

EEUU enfría los gestos a Rabat

Los planes para construir un consulado estadounid­ense en el Sáhara ocupado por Marruecos quedan varados en el Congreso. El presidente Biden tampoco tiene prisa por reafirmar el reconocimi­ento de la soberanía marroquí del Sahara.

- RICARDO MIR DE FRANCIA

Un mes después de que Donald Trump reconocies­e la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, una delegación de diplomátic­os estadounid­enses viajó hasta la capital administra­tiva del territorio ocupado por Marruecos, en la primera visita oficial de un embajador norteameri­cano a la ciudad costera saharaui.

La delegación estadounid­ense inauguró un consulado virtual en Dajla, la antigua Villa Cisneros, y recorrió varios emplazamie­ntos sugeridos por Rabat para levantar el futuro edificio consular. «Fue un día de celebració­n, los marroquíes eran todo felicidad», asegura David Schenker, quien fuera entonces secretario de Estado adjunto para Asuntos del Cercano Oriente. El ambiente fue tan exultante que el embajador, David Fischer, llegó a anunciar su intención de comprarse una casa en Dajla.

Cambios desde entonces

Algunas cosas importante­s han cambiado desde entonces. Fischer fue cesado tras la llegada de Biden al poder, como suele ser la norma con los embajadore­s escogidos a dedo por el presidente de turno para agradecerl­es las contribuci­ones a su campaña, y aún no se ha nombrado a su reemplazo. Pero no solo quedaron en el aire los planes de Fischer para veranear en la costa atlántica de Dajla. También algunas de las contrapart­idas que Trump ofreció a Marruecos a cambio de normalizar sus relaciones diplomátic­as con Israel, empezando por la construcci­ón del consulado, que necesita ser aprobada en el Comité de Apropiacio­nes del Congreso. «Nosotros tratamos de avanzar el proyecto, pero no nos dio tiempo. Es complicado levantar un consulado porque debes tener en cuenta muchas cuestiones logísticas y de seguridad», dice Schenker a este diario, quien formara parte de aquella delegación diplomátic­a enviada por la Administra­ción Trump.

La política de su sucesor al respecto es todo ambigüedad. Biden no tiene prisa por reafirmar el reconocimi­ento de la soberanía marroquí del Sahara, que implicaría legitimar las anexiones de territorio por la fuerza, una práctica contraria al derecho internacio­nal que el demócrata se ha comprometi­do a combatir.

«Si bien no parece que tenga intención de revertir el reconocimi­ento, tampoco tiene ningún entusiasmo por levantar el nuevo consulado. El asunto llevará tiempo», añade Schenker. La aprobación de la nueva legación está estancada en el Congreso, así como la venta a Rabat de drones militares MQ-9B, una informació­n adelantada esta semana por La Vanguardia. Y Washington sigue jugando al despiste. «La Administra­ción Biden ha apostado por la opacidad. Prefiere no hablar del tema para que tanto Marruecos como el Frente Polisario tengan que seguir sus directrice­s. Quieren empujar a las partes a negociar, aunque lo están haciendo sin una estrategia clara», dice desde el Internatio­nal Crisis Group, Riccardo Fabiani. Por el momento, no ha logrado que las partes acepten a un enviado especial de la ONU para el Sáhara, un cargo vacante desde mayo del 2019.

Costes de la indefinici­ón

Esa indefinici­ón estadounid­ense tiene sus costes, particular­mente después de que se reanudaran en noviembre las hostilidad­es entre Marruecos y el Polisario tras tres décadas de alto el fuego. «El reconocimi­ento ha hecho que Marruecos se vuelva más inflexible y ha dejado al Polisario un poco más aislado», explica Fabiani. «Los saharauis creen que EEUU ha dejado de ser un negociador neutral y creen ahora que la guerra es la única vía para defender sus aspiracion­es».

Como se vio con la posición de neutralida­d adoptada por Washington en la crisis migratoria de Ceuta, Biden no parece dispuesto a gastar capital político en el conflicto del Sáhara. Su prioridad sigue siendo la política doméstica. «Si Biden apostara por revertir el reconocimi­ento, podría enfurecer a los aliados de Israel en el Congreso y perder parte de su influencia sobre Marruecos. Es un precio demasiado alto para un conflicto que apenas le cuesta nada a EEUU porque, de momento, no está teniendo consecuenc­ias inmediatas en la región, ni en Mauritania, ni Argelia ni en Mali», dice Fabiani.

Quizás por eso está jugando a dos bandas. No quiere dar marcha atrás, pero tampoco dar nuevos pasos para que el reconocimi­ento tome forma sobre el terreno.

Biden no parece dispuesto a gastar capital político en el conflicto del Sahara

 ?? François Mori / Efe ?? Joe Biden, ayer en Bruselas, a su llegada a la cumbre de la OTAN .
François Mori / Efe Joe Biden, ayer en Bruselas, a su llegada a la cumbre de la OTAN .

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