Minsk exhibe al periodista detenido rodeado de uniformados
Roman Protasevich dice encontrarse «bien» y recibir buen trato, pero la oposición acusa a Lukashenko de usarlo como «trofeo»
Nueva y controvertida aparición pública de Roman Protasevich, el periodista opositor arrestado en Bielorrusia tras ser desviado el avión en el que viajaba. En esta ocasión, durante un encuentro con periodistas que tuvo lugar ayer en el Centro Nacional de Prensa en Minsk, la capital. Mientras algunos medios, como la BBC, abandonaban la sala asegurando no querer hacerse eco de una declaración que «claramente» había sido obtenida «bajo coacción», en el exterior del país, la oposición acusaba al régimen de Aleksándr Lukashenko de utilizar al disidente y mostrarlo como si de «un trofeo» se tratara.
Durante su intervención, el informador intentó por todos los medios disipar cualquier especulación acerca de su salud o las condiciones de su encierro. «Me siento perfectamente bien, mi estado de ánimo es estupendo y no tengo ninguna queja, nadie me ha golpeado ni me ha roto los dedos», insistió, intentando aparecer como relajado y distendido. Nada que ver con la inquietud y la preocupación que expresó, poco antes de ser detenido, a varios de los pasajeros que le acompañaban en el avión, a quienes explicó que temía que lo mataran si finalmente aterrizaba en territorio bielorruso.
Protasevich, a quien no se ha permitido comunicarse con sus padres desde su encarcelamiento, aprovechó la ocasión para dirigirse precisamente a ellos, inmersos en una intensa campaña internacional para lograr la liberación de su hijo: «Pido por favor difundir menos rumores y especulaciones acerca de mi salud; papá, mamá, no os preocupéis, de verdad ¡estoy genial!». La semana pasada, durante una entrevista por la televisión estatal, el periodista mostraba un ánimo muy diferente, parecía superado por los acontecimientos e incluso rompió a llorar.
Algunos medios abandonaron la sala en protesta por tener a una persona «bajo coacción»
Autoinculpación
El activista aseguró, una vez más, actuar de forma libre y no estar siendo extorsionado por los poderes públicos de su país. «Es mi decisión personal, reconozco qué daño yo le he causado al Gobierno», llegó a afirmar, a modo de autoinculpación pública. Declaró también que nunca será un partidario de Lukashenko, pero que lo «respeta como persona».
Protasevich ha sido formalmente acusado de tres delitos –incitación a la enemistad social y a la discordia, organización de desórdenes multitudinarios y organización de actividades que destruyen el orden social–, mientras que Sofia Sapega, su novia también detenida durante el incidente aéreo, lo ha sido de dos: incitación a la enemistad social y participación en desórdenes públicos. Al tratarse de una ciudadana rusa, es posible que una vez juzgada y condenada, sea enviada a su país de origen a cumplir la condena. Sus padres habían apelado al presidente ruso, Vladímir
Putin, para que se interesara por ella durante el reciente encuentro que mantuvo con el autócrata Lukashenko en Sochi.
Condenas externas
La oposición en el exilio no tardó en condenar la nueva aparición pública del periodista. «No importa lo que diga, no nos olvidemos; es un rehén y el régimen lo está utilizando como un trofeo», denunció en Twitter Franak Viacorka, consejero de la líder opositora Svetlana Tikhanóvskaya. «Esto no es una rueda de prensa, sino una escena de Kafka o Orwell», añadió. Jonah Fisher, corresponsal de la BBC en Bielorrusia, se salió de la rueda de prensa en señal de protesta. «Nos hemos ido; no vamos a tomar parte en ello cuando está claramente bajo coacción», escribió en Twitter.
El activista dijo que nunca será partidario de Lukashenko, pero que lo respeta «como persona»
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