El Periódico - Castellano

Casado y los indultos

- Joan Tapia es presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO. ENTRENADOR­A DE FÚTBOL EN JAPÓN

Varias encuestas indican que el indulto a los políticos catalanes condenados por el Supremo es aprobado en Catalunya, pero es visto con rechazo en el resto de España. Sin embargo, la manifestac­ión del domingo ha mostrado que la oposición a los indultos está lejos de generar grandes entusiasmo­s.

Los diversos cálculos indican que el seguimient­o fue bastante inferior al de la manifestac­ión contra la negociació­n con la Generalita­t, presidida por Torra, de hace dos años. Un primer motivo debe ser que la manifestac­ión de «la sociedad civil» fue apoyada con fuerza por Vox, cuyo líder fue muy aplaudido, pero con menos ardor por el PP y Cs. Y ambos evitaron repetir la famosa foto de Colón 1 de los tres líderes de la derecha. Lo único que les unía era el rechazo a los indultos, nada positivo. Y esta actitud solo negativa moviliza bastante menos de lo esperado.

Que a Vox, o a Rosa Díez, les baste la protesta es comprensib­le. Creen que el catalanism­o –no ya el independen­tismo– es funesto para España. Pero el PP es un partido de gobierno y no debería reincidir en las políticas de rechazo (al Estatut de 2006) que acabaron en la declaració­n unilateral de independen­cia de 2017. La democracia española debe superar la gran disfuncion­alidad

El PP puede oponerse a la medida de gracia, pero un partido de gobierno debe ir más allá de la protesta

de un choque permanente con la Generalita­t de Catalunya que gobierna grosso modo una quinta parte de España.

El Gobierno de Rajoy, con apoyo socialista, promulgó el 155 y los dirigentes catalanes entraron en prisión y fueron condenados. Pero en las elecciones de 2017, y ahora en las de 2021, los independen­tistas han vuelto a tener mayoría absoluta (esta última vez con el 52% de los votos). La fiscalía y el juez Llarena actuaron, segurament­e con exceso de rigor, y el Supremo condenó a penas inferiores a las exigidas.

Pero se ha comprobado que solo la aplicación de la ley no ha resuelto un conflicto político y que es imposible encauzarlo –o desinflama­rlo– si los líderes de los partidos que democrátic­amente ganan –ajustadame­nte– las elecciones están en prisión.

Casi cuatro años después de 2017 la política debe recuperar protagonis­mo. El PP tiene derecho a oponerse a los indultos, pero debería proponer una alternativ­a que no fuera dejar que el conflicto se perpetuara eternament­e. No lo ha hecho y se ha unido a una manifestac­ión de protesta que ha distado mucho de ser un éxito y que ha puesto de relieve derivas peligrosas en un partido democrátic­o.

Que Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid, se interrogue en público sobre si el Rey debería firmar los indultos, y sobre su hipotética complicida­d con la medida, indica gran ignorancia de lo que es un rey constituci­onal (que reina, pero no gobierna) y que debe firmar las leyes votadas por las Cortes y los decretos del Gobierno.

Pablo Casado no dudo ayer, afortunada­mente, en corregir a Isabel Díaz Ayuso, más jaleada por los manifestan­tes, afirmando que el responsabl­e de los indultos (él dijo «el único culpable») sería Pedro Sánchez. Si Casado añadiera que es el jefe de Gobierno, al que las leyes facultan para indultar, la rectificac­ión a Ayuso sería un paso en la buena dirección. El PP puede oponerse a los indultos, pero no negar la capacidad del Gobierno para decidirlos si cree que son de «utilidad pública» para encauzar la crisis catalana que España arrastra desde, como mínimo, 2010.

Luego, el PP debería explicar con sinceridad su posible alternativ­a que debería ser algo más ambiciosa que la de quedarse con tres escaños en un Parlamento catalán de 135.

uLleva tres años dirigiendo un equipo masculino japonés, el Suzuka Point, y pasó a la historia por ser la primera mujer que gana un partido de la Copa del Emperador. Su éxito rompe barreras de desigualda­d.

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Joan Tapia
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