El Periódico - Castellano

A la caza de los autónomos

- Antolín Castaño MADRID

El autónomo, esa pieza de caza que se ansía tener colgada en la pared de los pasillos del Ministerio de Hacienda. Un sector protegido en Europa por su importanci­a en la economía y en la creación de empleo, que en España es perseguido como los infieles en el siglo XV por la Santa Inquisició­n. No hay más que echar un vistazo a los derechos y deberes que tienen en otros países (Italia, Francia, Portugal, Alemania, Irlanda…). En este último bastión, se enfrenta a la calumnia, el engaño y la presión de medidas fiscales surrealist­as. Ayudas que lo parecen y que, al ser aceptadas (si llegan a concederse), dejan de serlo.

La última maniobra ha sido denegar la ayuda a los que carecen de deudas. Autónomos que sin ingresos y con pérdidas tratan de mantener al día sus obligacion­es con lo poco que les queda, de su bolsillo, no de sus beneficios, pues no hay ingresos, haciendo malabarism­os con la economía doméstica, y aun así se les niega la ayuda. Es más, se propone que devuelvan las concedidas, que ya fueron utilizadas para no contraer deudas. Algo que parece ser desconocen estos genios que manejan la economía de nuestro país. Las pequeñas empresas van cayendo, arrastrand­o a los empleados que han tratado de amparar sin apenas ayudas. Todo esto, unido a las subidas de los precios de la luz, gas, combustibl­es e impuestos, nos deja la sospecha de la cantidad de dinero sustraído en España. 47,4 millones de índice demográfic­o y miles de millones movidos para las ayudas. Algo no cuadra. No soy economista, pero tampoco estúpido.

nestá, él sigue en el poder y, de no haber pasado aquello, no habría sido muy diferente.

Anteriorme­nte lo vimos resucitar desde lo más hondo de la suela del señor González, su escogida Susana Díaz y todo el peso de los barones más duros de entonces. Salió sin un rasguño y con su sonrisa de Superman, llamando a todos a la calma, animando a aprender cordialida­d y buenas formas. Pocos aguantan las formas en el Parlamento. Sánchez es uno de ellos, y eso es muy importante a la hora de valorar a un político, pues quien no se deja controlar por sus pasiones es más capaz de habitar la prudencia.

Si le pongo una tacha es a los resultados de Madrid, pero aquello era un caso perdido de antemano; quizá por eso Superman quemó el cartucho Gabilondo. Ni por esas le pillo una mal. Ahora se la juega con los indultos. Y como sabe que es un paso determinan­te, clave en el avance de la política española hacia el desenlace de su futura Constituci­ón, esta vez sí hecha a medida de estos tiempos y de estas circunstan­cias y no de aquellas tan rancias y arcaicas de entonces, se asegura un éxito póstumo e irreversib­le. Y más aún: todo aquel que lo critica, una vez se demuestre que era lo correcto, quedará tachado de ignorante e incapacita­do para gobernar, al menos una España plural como la que somos y queremos ser.

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