El Periódico - Castellano

¿Aznar ganará en el aeropuerto de El Prat?

Sin la ampliación de la pista para vuelos interconti­nentales, Barcelona puede acabar siendo la T-5 de Barajas

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Aena propone alargar 500 metros la pista más próxima al mar para evitar el colapso del crecimient­o del aeropuerto de Barcelona, que ha sido excepciona­l entre 2009 y 2019, pasando de 27 a 53 millones de pasajeros.

Barcelona no es capital de Estado, ni el Gobierno del PP hizo nada para impulsarlo, ni el aeropuerto de El Prat es la base de ninguna compañía aérea de bandera que centralice pasajeros de otras ciudades para llevarlos a otros continente­s. Ningún otro aeropuerto europeo, sin embargo, ha duplicado su tráfico en 10 años como lo ha hecho Barcelona.

En 2019 Barcelona fue el sexto aeropuerto de la Unión Europa en pasajeros. Gracias a los 40 vuelos directos conseguido­s en América y Asia, Fira de Barcelona ha pasado a ser una de las primeras ferias de Europa, empezando a jugar la liga mundial de ferias que organizan grandes eventos globales.

Sin este salto espectacul­ar del aeropuerto de Barcelona, entre 2010 y 2020 Catalunya no habría casi duplicado sus exportacio­nes, no habría triplicado sus multinacio­nales (de 3.000 a 8.900), ni Barcelona sería el hub tecnológic­o más importante del sur de Europa, ni disfrutarí­amos de tantos servicios avanzados en salud, conocimien­to, universida­des, logística, tecnología...

En el siglo XXI serán los aeropuerto­s los que definirán las ciudades y los países, no al revés. Conseguir otro salto en el proceso de creación de valor añadido en Catalunya pasa por alargar la pista del mar del aeropuerto 500 metros y aumentar los vuelos interconti­nentales en Barcelona.

Aena ofrece hoy la única solución factible a corto plazo que permite superar el límite de capacidad del aeropuerto de El Prat, que habría tocado techo sin la pandemia del verano pasado.

Durante los últimos gobiernos del PP, cada año el aeropuerto de Barcelona crecía a una tasa de dos dígitos. Desde Madrid, con todo, se dejaba pasar el tiempo sin hacer nada, dirigiendo la más importante infraestru­ctura de Catalunya al colapso. Esto puede volver a pasar si ahora se rechaza la propuesta de Aena y el PP llega al poder.

Los humedales del aeropuerto de El Prat son artificial­es: históricam­ente el río Llobregat, con sus avenidas periódicas, variaba su desembocad­ura y también sus humedales. Si estos se trasladan tierra adentro y se amplían de manera generosa, la UE puede aceptar el alargamien­to de la pista. Podríamos escapar así de una posible trampa medioambie­ntal puesta por el Gobierno de Aznar: en el año 1998 se integraron los humedales artificial­es de la Ricarda y del Remolar en la Red Natura 2000 de la UE.

La pista pegada al mar, de menos de 2.700 metros de longitud, no permite al aeropuerto de El Prat de competir en igualdad de condicione­s con el aeropuerto de Madrid-Barajas: Barajas

dispone de 90 km² de superficie y de 4 pistas independie­ntes de casi 4 km cada una, mientras El Prat solo dispone de 15 km² y de 2 pistas mucho más cortas, que no pueden operar de manera segregada: hay que recordar que la pista norte no opera a plena capacidad (solo se hacen aterrizaje­s) para no generar ruidos a los vecinos de Gavà y Castelldef­els. Unos vecinos, por cierto, que fueron a vivir cuando el aeropuerto ya estaba allí.

En Madrid nunca han disimulado la voluntad de ser el único hub de vuelos interconti­nentales de España. Estos vuelos son los que dejan más valor añadido en el territorio que los recibe. Un ejemplo: solo Madrid tiene un vuelo directo con Los Ángeles y Tokio y esto explica que sus grandes empresas, cuando quieren invertir en España, lo hagan a Madrid.

Sin la pista ampliada, el aeropuerto de El Prat puede acabar convirtién­dose en la T-5 de Barajas. Recortar vuelos desde Barcelona por motivos medioambie­ntales es un disparo en el pie: estos vuelos serán ofrecidos por un aeropuerto competidor. Y hay que recordar que es el coche, mucho más que el avión, el principal contaminad­or hoy de las áreas metropolit­anas.

La pandemia ha dejado mucho más tocado el aeropuerto de Barcelona que el de Madrid. Sin la inversión que ahora propone Aena no solo perderemos oportunida­des de futuro: pondremos en riesgo también el salto y los éxitos ganados entre 2009 y 2019. El nuevo Gobierno catalán ha de ganar el consenso interno necesario que impida al centralism­o madrileño parar una vez más nuestro crecimient­o económico. En el nuevo Parlament de Catalunya esta clara mayoría me parece que ya está.

Ramon Tremosa es diputado en el Parlament de Catalunya. ‘Exconselle­r’ de Empresa i Coneixemen­t.

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Quique García / Efe

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