‘Eusèbio’
Portugal
Dicen que el dictador portugués António de Oliveira Salazar detestaba el fútbol. Catedrático de porte aristocrático, el fundador del llamado Estado Novo hacía gala de un elitismo acendrado y, a diferencia de otros déspotas de la época que veían en los espectáculos de masas un eficaz instrumento de control, consideraba que cualquier pasatiempo que reuniera a mucha gente en un mismo recinto era necesariamente embrutecedor y potencialmente subversivo. Una «invitación al comunismo», tal como él mismo dejó escrito cuando en 1943 se prohibió en Portugal el deporte profesional.
Apenas un año antes, el régimen salazarista había despojado al Benfica de su himno alegando que la presencia en el título de la palabra Avante (adelante) podía suscitar en los aficionados unas fantasías de progreso poco acordes con la realidad de autarquía y represión que vivía el país luso. En aquellos tiempos, más allá de la nula afición que el dictador sentía por el balompié, la mayoría de los miembros de las élites políticas y económicas sentían como propios los colores verde y blanco del Sporting de Portugal, frente a un Benfica que era percibido como el equipo del pueblo y que, para mayor afrenta, vestía de rojo. Las maniobras para minar la pujanza del conjunto encarnado se sucedieron. Cuando en 1955 el Benfica ganó la Liga, las autoridades decidieron que fuera Os Belenenses quien representara al país en la Copa Latina. Otro tanto sucedió al año siguiente, cuando el campeón, que había reeditado triunfo en la do