Amor revolucionario en la Palestina bajo control británico
Un estudio desempolva historias de matrimonios entre mujeres judías y hombres árabes que han sido enterradas durante décadas y de las que las familias se avergüenzan. Estas uniones eran un gran «tabú nacional, religioso y social».
Un puñado de recortes de periódicos antiguos recogen los últimos rastros de mujeres revolucionarias. Historias de amor e historias de violencia son el relato de vida de las mujeres judías que rompieron con todo. Durante el mandato británico de Palestina, sus matrimonios con hombres árabes eran vistos como una amenaza existencial para el futuro de Israel. «Estas mujeres tuvieron que luchar contra la familia y la sociedad poniendo por delante su felicidad antes que la causa nacional, y lo hicieron», afirma Idit Erez, experta en el tema.
Chaia Karberg era una joven judía que venía de su kibbutz a enseñar danza a jóvenes árabes en las oficinas del Partido Comunista. Cuando el periodista palestino Emile Tuma la vio, quedó prendado de la artista. Pero Chaia se marchó a servir en el ejército, donde se casó con un joven judío. Dos años después, se divorció para volver a ese amor. Emile y Chaia pasaron diez años juntos antes de ser los Tuma. «Se amaron el uno a la otra hasta el final», cuenta Erez a EL PERIÓDICO.
«Quiero estar cerca de mi Emil», repetía a menudo Chaia. Su historia es solo una entre las 2.000 vidas condicionadas por uniones que no debían ser. «Como única investigadora del fenómeno, he descubierto que no hay registros sobre el total de mujeres judías que mantuvieron relaciones con hombres árabes», lamenta Erez. Involucrarse con la población autóctona tuvo graves consecuencias para estas jóvenes que, a menudo, habían emigrado a la Palestina colonial.
Sometidas a vigilancia
Los archivos de las organizaciones clandestinas preestatales judías recogen registros de la vigilancia a la que estaban sometidas estas mujeres. «Si era adulta, directamente era sospechosa de ser una traidora y muchas fueron duramente castigadas por estos grupos», explica Erez. El «tabú religioso, social y nacional» de su relación impregnó cada aspecto de sus vidas en la primera mitad del siglo XX.
Sus familias cortaron cualquier tipo de contacto con ellas y en algunos casos muy extremos, los hermanos mataban a sus hermanas por haberse ido con un árabe. «Pagaron por sus relaciones con la vergüenza y el estigma hasta el día de hoy», denuncia la investigadora. Solo una de las decenas de familias conocidas aceptó hablar con Erez para su estudio sobre los «caminos espinosos del amor» en la Palestina histórica. «Hay una mancha en estas familias», explica.
Pero no todas estas historias venían del amor. Algunas de estas relaciones se basaban en el negocio sexual ya que se daban entre hombres árabes y prostitutas judías. En otros casos, el vínculo se construía a partir del secuestro de niñas judías menores de 12 años para casarse con ellas tras un par de años. Los periódicos hebreos recogen historias de rabinos topándose con estas mujeres en campos de refugiados en Jordania, el Líbano o Cisjordania y devolviéndolas a su familia en el ya consolidado estado de Israel.
Feministas inconscientes
«Estas mujeres eran feministas inconscientes de alguna manera porque no les importaba lo que la sociedad creyera», reconoce Erez. Jóvenes y de distintas clases sociales, estas mujeres judías se creían con el derecho de escoger con quien casarse y escapar del imaginario hebreo que las quería sometidas a la identidad nacional. Erez ha desempolvado viejos archivos para desenterrar sus historias.
A su vez, apenas hay relatos de las otras mujeres enamorándose de los otros hombres. «No era posible que una árabe estuviera con un judío ya que durante esos tiempos, las mujeres árabes se quedaban en casa bajo control de sus familiares varones en un hogar muy conservador y patriarcal», declara Erez. Estas uniones ponían en grave riesgo la vida de ellas.