El Periódico - Castellano

Machismo y deshumaniz­ación

Nos han educado con mandatos de género. Y si esos estereotip­os han sido muy rígidos en nuestro aprendizaj­e, nuestro mundo se estructura en una idea de desigualda­d entre hombres y mujeres

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Las claves siempre son las preguntas que explican casi todo, también hechos como este. Entender el machismo en Tomás Gimeno y el asesinato de las niñas de Tenerife es clave, porque es un caso de libro, cuyo análisis debe quedar fuera de bulos para prevenir otros casos futuros.

¿Qué ha ocurrido? Como describe la jueza en el auto del caso, Tomás Gimeno asesinó a sus hijas para dañar a su madre. Eso es violencia de género y se llama violencia vicaria. Nos han educado con mandatos de género, con aquello que se espera de un «buen hombre» o una «buena mujer». Y si esos estereotip­os han sido muy rígidos en nuestro aprendizaj­e, nuestro mundo se estructura en una idea de desigualda­d entre hombres y mujeres, y en que estas pueden ser sometidas. Por eso se llama violencia de género, porque ese mandato impone una visión que genera violencia.

¿Quién es Tomás Gimeno? Para evitar asumir que tu vecino, hermano o amigo sea un maltratado­r, o a veces solo para marcar distancias, definimos a los agresores como monstruos o personas malvadas, como si pertenecie­ran a un mundo aparte. Esta semana me preguntaba­n cómo calificar a Tomás Gimeno, el padre que ha asesinado a las niñas. Es fácil. Un machista, un maltratado­r. Cuanto antes definamos el origen del problema, el machismo, antes habrá una solución. El machismo es malvado, por eso mata. También hubo quien dijo que si la solución frente a la violencia de género era la educación, el perfil joven de Gimeno no encajaba. No nos referimos a tener títulos académicos o solo formación, sino a la educación que una persona recibe a lo largo de su vida por múltiples vías. Hay maltratado­res de todo nivel de estudios.

¿Cómo se ejerce esa violencia? En violencia de género hay un único motivo: mantener el control. Porque el control es poder. La violencia de género, ante todo, no pretende causar un daño físico sino aleccionar, es una violencia correctiva. Pretende marcar a la mujer cuál es su sitio. El machista quiere que su pareja haga lo que él dice o la castiga. Y cada vez pedirá más y más, hasta anular la propia autonomía de la mujer como persona.

¿Cuándo sucede esa violencia? Según la Macroencue­sta de Violencia de Género, el 80% de las mujeres opta por la separación o el divorcio antes de interponer una denuncia, pensando que eso evitará una peor reacción de sus exparejas y, sobre todo, con el temor de dañar a los hijos. Es el momento más delicado en las relaciones donde ocurre violencia de género.

Aunque al dejar la relación el agresor pierda parte del control sobre su expareja, lo sigue teniendo a través de sus hijos, a los que aún controla. Solo se ha suspendido un 3% del régimen de visitas en padres maltratado­res, según el Consejo General del Poder Judicial. Así pueden ejercer la violencia vicaria, la forma de seguir dañando a la madre a través de los hijos. Escuché en prensa que cómo Gimeno había sido capaz de dañar a sus hijas pero no le hizo nada a su perro… Obvio, el perro era de su propiedad, no de la madre, no le causaba un daño especial a ella porque no era su animal. El mayor dolor lo causaba únicamente a través de las hijas, el vínculo entre los dos. Y como persona con poca empatía deshumaniz­a a sus propias hijas, hasta convertirl­as en objetos para dañar a la madre.

¿Por qué asesina a sus propias hijas? El portavoz de Beatriz, la madre de las niñas, ha definido a Tomás Gimeno como una persona narcisista, controlado­ra, egoísta y manipulado­ra. El machista deshumaniz­a a la mujer e incluso a sus propios hijos e hijas. No es un enfermo mental porque una persona con un trastorno se agrede a sí misma o a personas de su entorno. El machista solo agrede a su pareja o expareja o a los hijos e hijas. Por eso decimos que la violencia de género existe porque tiene el único fin de dañar a ella.

El caso de Beatriz y Tomás es otro caso más de la dimensión absoluta de la violencia de género. Su obsesión por controlar a Beatriz le llevó a cuestionar que ella rehiciera su vida sentimenta­l. Por ello, incluso contrató a un detective privado para vigilar la vida de su expareja cada minuto. Al final todo esto demuestra lo más dramático. Que el machismo y la violencia de género impiden lo más básico: el derecho de muchas mujeres a ser libres.

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Al final todo esto demuestra lo más dramático. Que el machismo y la violencia de género impiden lo más básico: el derecho de muchas mujeres a ser libres
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Ana Bernal-Triviño es profesora de la UOC y periodista.

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