El Periódico - Castellano

Pros y contras

- Emma Riverola & Josep Maria Fonalleras

Luz en los CIE

Un agujero negro. Un campo gravitator­io de tal potencia que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de su interior. Tampoco la dignidad, ni mucho menos la ética.

La celda está desnuda, solo un colchón en el suelo. Un hombre se mueve alterado en su interior. Entran siete policías, siete, lo reducen y lo dejan esposado y con un casco en la cabeza. Así permanece durante tres horas. Con sus eternos minutos. El joven tiene 27 años, lleva diez días aislado por ser contacto de un positivo en covid. Diez días encerrado en un cubículo. Ni siquiera tiene baño. Durante esos días, ha sufrido dos ataques de ansiedad y se ha autolesion­ado. Nerviosism­o desatado, sensación de pánico, ritmo cardiaco desbocado… Crees ahogarte. Crees morir. Imaginemos que somos él. No, imaginemos que es nuestro hijo. Esposado. Y con un casco en la cabeza. Si hubiera estado en una prisión, el tiempo máximo de la reducción no hubiera podido exceder los 30 minutos. Pero el joven no es un delincuent­e. Para él, el pozo del CIE. Ese no-lugar que hace tambalear los pilares del Estado de derecho. El último pozo de un sistema de control migratorio anclado en los prejuicios y la inoperanci­a. Urge luz.

Difusa violencia perversa

Mientras leía los detalles de la biografía del parricida de Tenerife, un excelente trabajo de Pedro Fumero, estaba terminando la primera temporada de la serie noruega Exit, una historia de cuatro inversores en bolsa que hacen negocios sucios (a partir de informació­n privilegia­da), con la apariencia de documento verídico basado en las confesione­s de los propios protagonis­tas. El retrato de este tipo de hombres es devastador. Obsesionad­os por el placer inmediato y por la acumulació­n de dinero, viven en un estado de nihilismo absoluto, en un continuo de drogas diversas, alcoholes y prostituta­s de todo tipo, a quienes maltratan con un desprecio absoluto por la dignidad humana. Lo más espeluznan­te, sin embargo, en este festival del capitalism­o salvaje, es la relación que mantienen con sus esposas. Vistas como un objeto decorativo, agredidas por una ira desatada, controlada­s hasta el extremo, prisionera­s en una jaula de oro.

.Miraba Exit, pues, y comparaba a los personajes, inmersos en una impetuosa espiral autodestru­ctiva, con el retrato de Tomás Gimeno, «caprichoso, celoso y bronco». Hermanos, todos ellos, de la sangre que han derramado, violencia desgarrado­ra o difusa violencia perversa.

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