Callar o morir
U nlugar tranquilo (2018) no pedía una segunda parte, pero su habilidad tanto a la hora de provocar el susto como a la de capturar la esencia de un asunto habitual del cine de terror -la familia como refugio frente a un mundo nocivole proporcionaron el éxito para convencer a sus productores de que había que darle continuación. Un lugar tranquilo 2 cumple ese cometido de forma especialmente literal, y no solo porque su narración se inicia justo donde acababa el primer filme; también porque, pese a que introduce personajes y escenarios nuevos, su mirada sigue pegada a una familia que huye de unos extraterrestres de oído increíblemente agudo. Es decir, ofrece más de lo mismo.
Por un lado, eso significa que sus 97 minutos permiten a Krasinski confirmarse como un director muy capaz de componer imágenes memorables, y de generar tensión dramática a partir de lo que el espectador oye -y lo que no puede oír- y hacernos sufrir por los estragos que un sonido accidental podría causar. Pero, por otro, significa también que, ahora como entonces, el relato evidencia algún boquete argumental; y que, quizá porque reparte su interés en dos tramas paralelas, Krasinski no llega a ahondar más en las psicologías de los personajes ni en el mundo que habitan. En última instancia, el filme se muestra atrapada entre dos modos narrativos bien diferenciados; no funciona igual de bien que su predecesora como drama familiar intimista y metafórico, y no explora las posibilidades dramáticas del universo posapocalíptico en el que se adentra. De eso, claro, se encargará Un lugar tranquilo 3.