El Periódico - Castellano

Portugal se libra del sofoco en el último suspiro

A seis minutos del final, el campeón de Europa sufría en un partido prepandemi­a, con 67.000 personas en las gradas. Luego goleó.

- MARCOS LÓPEZ

El fútbol antes de la pandemia. Cuando el virus no había llegado y la gente llenaba las gradas. Ni un asiento vacío en Budapest en el estreno del grupo de la muerte. No, no es exageració­n alguna. Ni mucho menos. No hay un grupo así en esta Eurocopa con Portugal, la vigente campeona de Europa, que debutó con un sufrido triunfo ante Hungría (0-3). Más sufrido de lo que indica esa goleada, que tiene mucho más de engañosa porque padeció el equipo luso, consciente de que se acercaba al precipicio.

Pero en el último suspiro evitó un empate dramático porque en este grupo habitan Francia, la actual campeona del mundo (Rusia2018), y Alemania, la anterior campeona del mundo (Brasil2014). Con 67.215 personas atiborrada­s en el Puskas Arena de la capital húngara. Dominó el partido Portugal, ese equipo rocoso, repleto de especialis­tas (Pepe, ya de retirada, forma pareja en el eje de la defensa con Ruben Dias, el mejor de la Premier League) y lleno de talento en el centro del campo (Bruno Fernandes) para abastecer a una delantera de renombre, integrada por Cristiano Ronaldo, jugando de nueve puro, escoltado por portuguese­s que habitan en las islas británicas: Diogo Jota (Liverpool) y Bernardo Silva (Manchester City).

Ocasiones erradas

De Hungría no había apenas rastro en el campo. En la grada, sí. El primer partido en pandemia aún que parecía jugarse en la época precoronav­irus. Con la gente disfrutand­o del espectácul­o en la primera fila, sin distancia social alguna. La única distancia era la que establecía la defensa diseñada por su selecciona­dor Marco Rossi. Imitó la estructura de los suecos contra España.

Y Portugal también contribuyó con su falta de contundenc­ia inicial. Hasta en eso se pareció a La Roja porque Diogo Jota erró una ocasión, al igual que Bernardo Silva. Nada es comparable al monumental error de Cristiano Ronaldo.

Apareció en la frontal del área pequeña, clonando casi la oportunida­d que erró Koke en Sevilla, y envió el balón a las nubes el exjugador del Madrid, desesperad­o como estaba también antes porque sus compañeros no le veían como él quería. Ni le daban el balón cuándo él pedía.

De la desesperac­ión al récord

Entró Cristiano en ese territorio de la desesperac­ión tan tradiciona­l en su comportami­ento gestual. Tan clásico de CR7. También se desesperó Portugal en la segunda mitad, mientras la grada de aficionado­s radicales húngaros, vestidos de negro, hacía temblar el estadio, alimentand­o la esperanza. Pero todo se torció en los seis minutos finales del encuentro, unido al tiempo añadido.

Minutos trágicos para Orban, quien desvió el disparo de Guerreiro en el 0-1 que desencande­nó el triunfo luso y luego cometió el penalti que provocó el 0-2 de Cristiano. Pasó el exmadridis­ta de los nervios por la ocasión fallada al récord de máximo goleador de la Eurocopa, al sumar dos tantos. Lleva 11 y deja atrás a Platini. A Michel y al sofoco.

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Attila Kisbenedek / Reuters Cristiano Ronaldo, feliz, después de marcar.

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