La España vaciada, la España sin gol
Dos partidos de frustración. Dos partidos lleva la selección sin marcar un gol. Se quedó seca en el amistoso ante Portugal y en el estreno de la Eurocopa contra Suecia. Produce fútbol más que suficiente para ganar, pero se estrella contra su ineficacia, l
la grada, que lo señaló sin piedad como el rostro de la decepción de una selección que insinúa muchas cosas buenas. Aunque no termina ninguna bien. En los gestos, todavía no ha dicho nada públicamente, se adivina a un delantero melancólico y atribulado, que arrastra desde hace varios años toneladas de presión sobre sus espaldas.
Tantas que hasta su gente le gritó en el Metropolitano «lo malo» que era. Tantas toneladas que La Cartuja empezó primero murmullando cuando tocaba el balón. Murmullos que terminaron luego en un foro de discusión cuando ninguno de los tres remates que firmó el jugador de la Juventus, la réplica actual del Salinas de Clemente o del Fernando Torres, cuestionado como todos hasta que se liberó con el gol que dio la Eurocopa-2008, antes enfocaron portería. ¡Qué decir del imposible encaje de Diego Costa, nacionalizado de urgencia, en dos Mundiales, Brasil-2014 y Rusia-2018! ¡O de Iago Aspas, que nunca explotó en la selección, prisionero de la morriña gallega en la que habita tan feliz en Moaña! Tres tiros, dos fuera y uno bloqueado, ese fue el triste balance de Morata antes de abandonar el maltrecho césped sevillano, convertido en el protagonista principal del debate .
Ni con Gerard Moreno
Obligando incluso a Luis Enrique a medir el alcance de todas sus decisiones. No quitó a Morata y puso directamente a Gerard Moreno sino que realizó el seleccionador un tránsito intermedio dejando a Ferran Torres como falso nueve. Pero ni con tres delanteros centros distintos logró la selección desbloquearse de ese problema con el gol que le tiene atormentada en este último año. En La Cartuja, precisamente, y en noviembre del 2020, se liberó con un triunfo soberbio ante Alemania (6-0), que significaba el fin de sus complejos. Y con la misma delantera (Ferran Torres-Morata-Dani Olmo) con la que debutó el lunes en la Eurocopa.
Tampoco hace tanto tiempo. Ni siete meses, pero no lo sabía entonces. Allí empezó, sin embargo, su catálogo de frustraciones.
En aquellos esplendorosos 90 minutos, España regaló seis tantos de esperanza. En los cinco siguientes partidos, España ha marcado seis goles (uno a Grecia, dos a Georgia y tres a Kosovo). Académica, pulcra, con un estilo de juego claramente definido (el 4-3-3), se pone muy nerviosa cuando llega al área. Lleva dos partidos seca. 180 minutos de una España vaciada en las áreas.
Afición impaciente
No da con la tecla. No tiene gol. Y el trabajo realizado acaba en la papelera, con una afición tan impaciente y alejada del vínculo sentimental con sus jugadores –el factor Luis Enrique quebró esa relación unido a la ausencia de Ramos y que no haya ningún madridista vestido de rojo– que silba sin piedad a uno de los suyos. Algo imposible de entender en la mayoría de selecciones. No hay precedentes en este torneo donde el enemigo anide en casa.
No son solo pitos hacia Morata sino pitos interpuestos hacia un técnico que no atiende a populismos ni demagogias. A Luis Enrique le toca ahora, nada más empezar su primer gran torneo, tomar una decisión trascendental. No duda del sistema, por mucho que lo caricaturicen con ese 75% de posesión aplastando a Suecia y se cuestione la utilidad del pase (952 hizo España). «Álvaro ha hecho muy buen partido, a excepción de materializar las ocasiones», contó Luis Enrique para iniciar el rescate psicológico y futbolístico de un nueve que delata los problemas de su selección.
«A todos nos gusta sentirnos queridos», habló luego el técnico asturiano. Quizá no solo se refería a Morata. «Está acostumbrado, pero no es agradable». Bajo ese clima nada agradable, vive España las secuelas de un debut que le coloca en una encrucijada. Refugiarse en el victimismo, ya tradicional antes de la Edad de Oro (20082012), o insistir en todo lo bien que jugó, y fue más de lo que indica ese frustrante 0-0. No interesa esta selección, decían antes del inicio de la Eurocopa. Pero ocho millones de telespectadores, el 49% del share, para seguir ese debut demuestra todo lo contrario. Con hasta 14 millones, conectados en algún momento con el partido.
Igual lo que no interesa es quien dirige la selección y quien no juega. Pero Luis Enrique no es de los que se rinde tan pronto.
n