Secretario de Estado de EEUU
sin embargo, que de entrada EEUU no veía mal echarle una mano. Una ayuda que el dictador necesitaba como agua de mayo porque con su política económica había condenado al país a unos niveles de miseria que lo habían hecho retroceder hasta los tiempos de la guerra de Cuba.
Uno de los problemas era que, con su posicionamiento junto a las potencias del Eje, el régimen nacionalcatólico había quedado en una situación complicada en el panorama internacional posSegunda Guerra Mundial. Para contrarrestarlo, inició una campaña de imagen en EEUU dirigida por el veterano periodista Manuel Aznar con el objetivo de generar un estado de opinión favorable a la inclusión de España en el Plan Marshall. Washington se mostró abierto a la petición de Madrid pero, a cambio, pedía que el franquismo hiciera algún gesto de apertura. Para un país que se presentaba al mundo como la democracia más grande del planeta era difícil justificar dar millones de dólares a un aliado de Hitler y Mussolini que se mantenía en el poder como si nada. Franco, sin embargo, no se movió ni un milímetro. Prefirió mantener su régimen aunque esto supusiera la condena a la pobreza de los españoles.
Estados Unidos no era el único que había presionado la dictadura. Los países europeos, sobre todo Francia y el Reino Unido, se opusieron frontalmente; parece que para intentar compensar su incapacidad de frenar el golpe fascista de julio de 1936 y tranquilizar su mala conciencia. Mister Marshall pasó de largo y España tardó décadas en situarse al nivel de sus vecinos.
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