«Doctor, me duele mucho el hombro»
Existen algunas dolencias de esta articulación que pueden afectar a cualquier persona sin tener nada que ver con la práctica deportiva, tal y como explican desde el Col·legi de Fisioterapeutes de Catalunya. Algunas veces, una afección puede desencadenar o
Los hombros son una de las articulaciones más lesionadas en deportes en los que se utilizan los brazos en movimientos de repetición como el waterpolo, el golf, el tenis o el crossfit, pero no solo pueden lesionarse haciendo ejercicio o a causa de algún mal gesto.
Existen algunas dolencias de esta articulación que pueden afectar a cualquier persona independientemente de su hábito deportivo, tal y como explican desde el Col·legi de Fisioterapeutes de Catalunya. Un trabajo repetitivo a lo largo de los años con movimientos que impliquen llevar los brazos por encima de la cabeza, como en el caso de jardineros o pintores, e incluso una afectación del sistema nervioso central como un ictus o un derrame cerebral, pueden desencadenar lesiones de hombro recuperables mediante fisioterapia y ejercicios.
De este modo, dada la diversidad de causas y los múltiples orígenes de los dolores, en muchas ocasiones llegan a coexistir varias lesiones a la vez, por lo que «lo importante no es tanto el tratamiento como el diagnóstico adecuado para poder tratarlo correctamente», explica Enric Sirvent, doctor en Antropología Social y fisioterapeuta especialista en hombro y codo.
Hasta los años 90, en España no existía un diagnóstico demasiado avanzado de las patologías del hombro. Cuando un paciente acudía a la consulta de su doctor con dolores en esta articulación lo más probable era que recibiera un mismo diagnóstico: periartritis escapulohumeral. Bajo esta lesión se englobaban otras muchas que debían ser tratadas de forma distinta o que provenían de causas distintas y eso complicaba mucho la recuperación de los pacientes.
Desde principios de los 90, con el avance del diagnóstico y la tecnología se empezaron a detectar otro tipo de dolencias con mayor asiduidad y se desarrollaron tratamientos más avanzados que permitían una mejor y más pronta recuperación de los pacientes.
Desde ese momento se fueron desarrollando una serie de clasificaciones de las que hoy en día los expertos coinciden en identificar grandes grupos de lesiones de esta articulación en los que algunas se pueden agrupar, sobre todo, en función del origen o las causas del dolor. Así, se pueden clasificar en cuatro grandes tipologías la gran mayoría de lesiones:
Bursitis y tendinopatía
La bursitis es la inflamación o irritación dolorosa de unas bolsas, llamadas bursas, que aparecen en los puntos de unión de las articulaciones con los músculos, tendones o huesos. La función de estas bursas es permitir el movimiento normal de las articulaciones y evitar fricciones y cuando se inflaman causan una leve limitación del movimiento.
«A partir de los 35 años, sobre todo si ha habido un trabajo repetitivo de hombros, es probable que aparezca una cierta degeneración en el tendón supraespinoso. No hay que alarmarse, pues estas lesiones no suelen producir dolor pero podrían impedir realizar algunos gestos», asegura Lluís Puig, fisioterapeuta especializado en hombro.
Según varios metaanálisis publicados, este tipo de lesiones se pueden curar mediante fisioterapia en la mayoría de sus casos (el 86,7% de las veces) y tan solo el 14% termina precisando de intervenciones quirúrgicas.
Este tipo de lesiones se suele tratar con terapia manual para recentrar el hombro y buscar el buen equilibrio. Una vez conseguido este primer objetivo, es aconsejable realizar ejercicios enfocados a abrir el espacio y a trabajar la musculatura intrínseca, es decir, el manguito rotador, para disminuir presión sobre la bursa, conseguir una buena estabilidad y como consecuencia, encontrar el equilibrio en la articulación.
Inestabilidades
Las inestabilidades pueden subdividirse en dos grupos, las mayores en las que ha habido una luxación del hombro, o las menores en las que no se llega a dar la luxación pero hay dolor en el movimiento.
«Las últimas, suelen ocurrir sobre todo en pacientes adolescentes que llevan a cabo deportes de lanzamiento y tienen una hiperlaxitud articular por la que, aunque no llegan a sufrir la luxación, desarrollan dolores», asegura Puig. Las primeras, en cambio, «no suelen terminar de curarse con fisioterapia y en la mayoría de casos, el hombro vuelve a salirse de sitio», explica Sirvent. En este caso sigue siendo igualmente importante reforzar la zona mediante ejercicios aunque suelen precisar de intervenciones quirúrgicas.
Además de estos dos tipos, existe un tercero, asociado a deportistas que viene producida por microtraumatismos y gestos repetitivos de armar el brazo en el que la hiperrotación externa del brazo termina creando un desequilibrio en la articulación.
La recuperación de estas lesiones se suele centrar en la estabilización del hombro para recuperar la movilidad y reforzando la musculatura y la propiocepción. Así, se enfoca el trabajo en el manguito rotador, que es el principal estabilizador de la zona para buscar una buena cocontracción entre este y el deltoides.
Más adelante, una vez mejore el rango de movimiento, se pueden empezar a trabajar ejercicios en cadena abierta de tipo más deportivo para ir recreando situaciones en las que el hombro se solía salir con cautela para que la musculatura vaya respondiendo.
Capsulitis
La capsulitis, también llamada hombro congelado, es una afección que se da cuando el tejido que rodea la articulación del hombro se inflama provocando el engrosamiento y endurecimiento de la cápsula articular.
Se trata de un proceso inflamatorio pasajero, que puede ocurrir como consecuencia de «una tendinopatía mal curada, una fractura, un tumor pulmonar, un accidente vasculocerebral o algunas enfermedades sistémicas, aunque en su mayoría es de origen desconocido, cosa que se debe diagnosticar y tratar correctamente», explica Puig.
Aun con la dificultad de diagnóstico, es una afección que, una vez detectada, se puede curar con fisioterapia y no precisa de intervenciones quirúrgicas, aunque suele ser un tratamiento largo que
Hasta los años 90, en España no se diagnosticaban algunas lesiones hoy comunes
dura entre seis meses y un año.
«En estos casos, especialmente en las dos primeras fases, se precisa también de cierto reposo y de tratamientos médicos analgésicos y antiinflamatorios. Es importante que la fisioterapia de la primera fase tenga como objetivo disminuir las graves molestias y las tensiones musculares. La segunda fase requiere de técnicas de fisioterapia más específicas asociadas a movimientos libres en la piscina o en el mar», explica Sirvent.
«Finalmente, la tercera fase trata de una terapia de fisioterapia y recuperación a través de ejercicios enfocados en ganar movimiento e ir ampliando así la fuerza y la movilidad de forma progresiva. Siempre sin llegar a provocar dolor», zanja.
Lesiones neurológicas
Por último, se pueden identificar las lesiones neurológicas, entre las que existen dos grandes tipos: las
Sin un tratamiento profesional adecuado, los síntomas suelen empeorar
que derivan de una afectación del sistema nervioso central como podría ser a consecuencia de un ictus, un derrame cerebral o un infarto cerebral o un proceso vírico como el síndrome de Parsonage Turner, y las que derivan de una afectación en el sistema nervioso periférico, como el hombro del waterpolista o el síndrome del golfista, en las que se produce una inflamación.
«Estas lesiones necesitan primero un tratamiento médico, pero se suele conseguir recuperar gran parte del movimiento mediante una terapia continuada», explica Sirvent.
Una vez llegados a este punto, hay que ser conscientes de que, a menudo, transcurren varios meses hasta que el paciente lesionado siente una mejoría o una recuperación total de los dolores que padecía en un primer momento en el hombro. Es por este motivo que acudir al fisioterapeuta será esencial para llegar a la total recuperación, así como ser constante en los ejercicios que paute el especialista.
Sin un tratamiento profesional adecuado a cada caso, los síntomas serán cada día más agudos y la lesión podría empeorar día tras día. Por eso, una vez se sienta dolor, hay que acudir a un especialista para tener un diagnóstico y a partir de ahí definir el tratamiento y ejercicios indicados.
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