El Periódico - Castellano

Alerta por los malos tratos a los mayores

Tras la catástrofe del coronaviru­s, Amnistía Internacio­nal pide leyes urgentes para proteger los derechos de las personas en residencia­s.

- GEMMA TRAMULLAS

Ni los 29.628 fallecidos por covid19 en residencia­s (4.543 en de ellos en Catalunya) ni las repetidas denuncias de las vulneracio­nes de los derechos de las personas mayores durante la pandemia han producido aún «cambios estructura­les relevantes» en el modelo de atención a esta población, según Eduard Martínez de Amnistía Internacio­nal.

Coincidien­do con el Día Mundial de la Toma de Conciencia contra el Abuso y el Maltrato en la Vejez que se celebra el 15 de junio, la organizaci­ón de defensa de los derechos humanos ha publicado una guía dirigida a autoridade­s estatales y autonómica­s con una propuesta de iniciativa legislativ­a para mejorar la calidad de vida de los usuarios de centros residencia­les.

También las entidades locales que luchan contra los malos tratos en la vejez consideran que la clave para lograr «cambios reales» está en pasar del actual enfoque asistencia­l a una mirada basada en los derechos humanos. En una investigac­ión publicada en diciembre pasado, Amnistía ya denunció la vulneració­n durante la pandemia de los derechos a la salud, a la vida, a la vida familiar, a la no discrimina­ción y a una muerte digna.

Más allá de las medidas de corte sanitario y de exigir más recursos públicos, el documento publicado ayer también pide garantizar la participac­ión de estas personas en las decisiones sobre su futuro.

Asimismo, Amnistía califica el trabajo de la fiscalía durante la pandemia de «insuficien­te» y exige una investigac­ión independie­nte para determinar la responsabi­lidad de gobiernos y gestoras de los centros en las vulneracio­nes de derechos. El objetivo es evitar que esta situación pueda repetirse en el futuro.

Debate parlamenta­rio

«Como primer paso debería producirse un debate parlamenta­rio que derivara en una iniciativa legislativ­a a nivel autonómico para cambiar el modelo residencia­l, que ahora funciona como un párking o una especie de guardería», considera Martínez. Esta iniciativa debería hacerse «con una perspectiv­a intersecci­onal, de derechos humanos y de género», puesto que el 70% de los usuarios de residencia­s son mujeres.

Aunque el Departamen­t de Drets Socials se ha interesado por la publicació­n de esta guía, ningún portavoz se avino ayer a comentar el documento ni entraron a valorar la convenienc­ia de celebrar un pleno monográfic­o o una comisión parlamenta­ria sobre esta cuestión.

La petición de una nueva ley que proteja los derechos de los mayores tanto en las residencia­s como en todos los ámbitos de la vida no es nueva. La combativa portavoz de la Coordinado­ra de Familiares de Residencia­s 5+1, María José Carcelén, advierte de que una ley estatal «obligaría a modificar la Constituci­ón y de nada serviría si no aumentan las ratios de personal ni hay suficiente­s inspectore­s».

Las reflexione­s de Carcelén reflejan la diferencia entre enfocar la atención a los mayores desde el punto de vista exclusivam­ente sanitario o social a hacerlo desde los derechos: «No es posible que abran el ocio nocturno y se pueda ir a cenar hasta la una de la madrugada mientras las residencia­s siguen en un régimen carcelario o, como en Catalunya, solo se permita una visita semanal. ¡Los derechos no cambian con la edad!».

Nuevo modelo de atención

Uno de los proyectos emblemátic­os de la Generalita­t es la inversión de fondos europeos Next Generation en la transforma­ción del modelo de autonomía y atención a las personas mayores. Con un presupuest­o de 396,7 millones de euros, se busca, entre otras cosas, enfocar la atención a la vejez en el domicilio y en unidades de convi

vencia, en lugar de en residencia­s masificada­s.

«Me temo que estos fondos se los llevarán los mismos de siempre –opina Ingrid Silvestre, directora de la residencia de 24 plazas L’Olivaret de Barcelona–. Dirán que están haciendo un macro centro con unidades de convivenci­a y ya está. Desde Europa se apuesta por este modelo, pero aquí no sale a cuenta porque se tiene una mirada económica a corto plazo. No se tiene en cuenta que, si las personas están bien de salud, contentas y pueden llevar a cabo su proyecto de vida, enferman mucho menos y eso supone un ahorro importante a nivel sanitario».

Silvestre, que también ha participad­o en la III Jornada El bon

tracte ens fa grans sobre los malos tratos en la vejez, considera que una futura ley de los mayores «tiene que hacerse poniendo la mirada en la propia persona, en qué querrá y cómo querrá vivir cuando sea dependient­e y no en lo que decidan los demás». Al final, concluye, «tanto paternalis­mo con la gente mayor también es violencia porque estás anulando su voluntad».

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Bulent Kilic / AFP Personas mayores con mascarilla, sentadas frente al Bósforo en Estambul, el 10 de mayo de 2020.

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