El Periódico - Castellano

«¿Quién va a denunciar a su hijo cuando depende de él?»

Las entidades denuncian falta de protocolos, recursos y equipos de atención para descubrir el maltrato que sufren los mayores.

- ELISENDA COLELL

Josep, un hombre de 84 años, viudo, sin hijos y con un incipiente alzhéimer, contactó con una cuidadora que no solo le desatendió y le aisló de su entorno, también le robaba 4.000 euros cada mes y se adueñó de su vivienda, por valor de 720.000 euros. En cuanto los servicios sanitarios se dieron cuenta de la magnitud del caso, denunciaro­n a la cuidadora. Josep murió antes de ir a juicio. Ella salió impune. Su caso es terrible, pero no poco habitual. Es lo que exponen varias entidades que atienden a las personas mayores, que lamentan que apenas hay cifras de esta lacra porque muchos de los afectados no ven otra alternativ­a que vivir los últimos años de su vida soportando abusos de las personas que les rodean. «Las personas mayores sufren una discrimina­ción brutal, y el problema es que no hay medios contra ello», sentencia Jordi Muñoz, portavoz de la única entidad en España centrada en el maltrato a los mayores.

«Su casa olía a orín. Él estaba totalmente degradado y con una falta de higiene total: llagas en distintas partes del cuerpo, estaba

Los daños más habituales son económicos, pero también los hay físicos y sexuales

absolutame­nte desorienta­do y tenía las uñas de los pies tan largas que se le retorcían». Este es el estado en el cual los trabajador­es de una entidad tutelar hallaron a Josep que, supuestame­nte estaba atendido en casa por una cuidadora. De hecho, explican, a la entidad le costó mucho entrar en la vivienda del hombre. «Su cuidadora había cambiado el pomo de la puerta y tampoco respondía a las llamadas». Este es uno de los siete relatos que el Movimiento contra el maltrato a las personas mayores, formado por casi 200 entidades sociales, compartió ayer en un coloquio para poner rostro, y voz, al sufrimient­o de tantos ancianos.

«El maltrato a los ancianos no es nuevo, hace años que venimos alertando de los abusos que sufren pero parece que nada cambia, siguen enormement­e discrimina­dos», denuncia Pilar Vilaseca Farreras, responsabl­e de la fundación Provea y coordinado­ra del Movimiento. El problema está en la cifras. «Ya de entrada nos encontramo­s con el primer indicador: no hay, no sabemos a ciencia cierta cuantas personas sufren maltrato. Las denuncias son ínfimas, pero nosotros vemos casos a diario», subraya Vilaseca.

Expoliados

La situación más frecuente y habitual es el abuso económico y la extorsión. «Nosotros vemos casos a diario. Les saquean las cuentas, les obligan o les coaccionan para que les donen sus propiedade­s... hemos visto personas que lo han perdido todo», constata Vilaseca. Normalment­e los abusadores suelen ser cuidadores o familiares, siempre personas muy cercanas, aunque también hay casos de personas «extrañas» que abusan de su confianza y les extorsiona­n. También apunta Vilaseca a los familiares que se llevan a casa a los ancianos para poder tener ingresos de su pensión. «Hay quien lo hace con buenos fines, pero hay quien solo busca a los mayores porque tienen ingresos cada mes», apunta.

Aunque no son tan habituales, también son importante­s los casos de maltrato físico y sexual en mayores de 80 años. Normalment­e, perpetrado­s por el entorno también cercano y, en algunos casos, los abusadores son hijos drogodepen­dientes que tampoco están correctame­nte atendidos. Y más frecuente, pero ni apenas especifica­do como delito, está el abandono. «Estamos hartos de ver a hijos o sobrinos que se desentiend­en de los mayores, que les dejan solos. O les meten en una residencia y nunca más les han ido a ver», se queja Jordi Muñoz, presidente de la Asociación para la investigac­ión del maltrato a las personas mayores, Eima.

Uno de los agravantes vuelven a ser la falta de servicios de detección. «No tienen la autonomía del resto de la población para dar el paso de denunciar, de contar el maltrato: están en estados de salud más frágil y dependen de sus cuidadores o sus familiares que les maltratan», cuenta Muñoz. «¿Quién quiere denunciar a su hijo si depende de él?», añade el experto, que lamenta que, a diferencia del maltrato infantil, con los mayores no hay una red especializ­ada pensada únicamente para detectar casos y hacer un seguimient­o. «Lo que vemos es solo la punta del iceberg porque, de forma totalmente voluntaria, formamos a los profesiona­les que están en contacto con ellos», explica.

Aunque el verdadero drama está en el después del maltrato. «No hay servicios especializ­ados: ni pisos tutelados, ni juicios rápidos, ni medidas cautelares, ni ninguna ayuda complement­aria como sí ocurre, por ejemplo, con el maltrato machista», se queja Muñoz.

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Pierre-Philippe Marcou / AFP Un médico atiende a un anciano en su casa de Madrid, el año pasado.

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