Biden y Putin inician el camino hacia un difícil diálogo pese a sus diferencias
Los líderes de EEUU y Rusia acuerdan impulsar conversaciones para reducir los arsenales nucleares y limitar los ciberataques
Joe Biden y Vladímir Putin desbrozaron ayer en Ginebra el camino para desarrollar, durante los próximos meses, un incierto y complicado diálogo, cuyos resultados solo podrán certificarse con el paso del tiempo. Sin gestos de complicidad o camaradería, en una atmósfera de protocolo y pragmatismo, ambos mandatarios se comprometieron a iniciar conversaciones sectoriales acerca de desarme y la prevención de un conflicto nuclear, la ciberseguridad y el cambio climático, las cuestiones donde precisamente la cooperación entre ambos países aparecía como más factible. Pese a las protestas del Kremlin, el líder de la Casa Blanca evocó durante las discusiones el estado de los derechos humanos en Rusia, llegando a advertir a su homólogo ruso de que, en el caso de que el opositor Alekséi Navalni muera en prisión, las consecuencias para su país serían «devastadoras».
La corta duración de la cumbre –poco más de tres horas, mucho menos de lo que habían anticipado los portavoces de la Casa Blanca– ha hecho pensar en un primer momento a los observadores que la cumbre había descarrilado, o cuando menos encallado. Una impresión que se disipó en cuanto arrancó la rueda de prensa de Putin. El líder del Kremlin calificó el diálogo de «constructivo» y carente de «hostilidad», en el que ambos hablaron «el mismo lenguaje». Llegó incluso a tildar a su interlocutor norteamericano de persona «equilibrada», «experimentada» y «con valores», palabras que, en el vocabulario del líder del Kremlin llevan implícitas dosis de respeto que en el pasado nunca mostró hacia algunos de sus antecesores en el cargo.
Preguntado acerca de si la reunión marcaría el inicio del restablecimiento de la confianza mutua, el líder del Kremlin se encogió de hombros: «es difícil de saber», pero existe «una brizna de esperanza». En un tono similar, durante su turno con los representantes de los medios de comunicación, Biden calificó de «bueno» y «positivo» el desarrollo de los debates, asegurando que existía una «genuina posibilidad» para la mejora de las relaciones. «Esto no va de confianza; va de interés propio y de la verificación del interés propio», destacó.
Armamento y ‘hackers’
El inicio de conversaciones para el control y la reducción de armamentos constituye el principal logro tangible de la cumbre de Ginebra. En un comunicado conjunto, ambas partes se reafirmaron en el principio del «control de las armas atómicas» y en la idea de que nunca debe estallar «una guerra nuclear» en la que «no se impondría» ninguno de los contendientes. Y para ello, se comprometieron a iniciar en los próximos meses un diálogo bilateral estratégico para «establecer las bases de futuras limitaciones de armamentos» y «medidas de reducción». «Incluso en periodos de tensión, podemos hacer progresos en nuestros objetivos de garantizar la predecibilidad en la esfera estratégica y reducir el riesgo de los conflictos armados», concluye el texto.
Durante las discusiones, todo lo relacionado con la ciberseguridad adquirió gran relevancia, después de que varios ataques originados por redes de piratas y extorsionadores informáticos radicados en territorio ruso provocaran graves trastornos en una red de oleoductos y en un gigante de distribución de carne en EEUU. Biden entregó a su homólogo ruso una lista con 16 infraestructuras críticas que deberían permanecer al abrigo de
«No ha habido hostilidad (...). Ambas partes hemos demostrado el deseo de buscar un acercamiento» VLADÍMIR PUTIN PRESIDENTE DE RUSIA
«No estamos en un momento ‘kumbayá’ para abrazarnos, pero tampoco en una nueva guerra fría» JOE BIDEN PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS
cualquier agresión, y se mostró dispuesto a adoptar represalias contra Rusia en caso de que se reanuden los ataques. «Putin sabe que tenemos una capacidad cibernética muy grande», aseguró en tono de advertencia. Putin declaró al respecto que ambas partes han expresado su «intención de buscar un terreno común», y se mostró dispuesto a «iniciar consultas» con la parte norteamericana, recriminando a Washington la falta de respuesta ante ataques similares vividos en su territorio.
Como colofón al capítulo de logros en la ciudad suiza, ambos líderes acordaron el regreso de los respectivos embajadores a Moscú y Washington, un tema técnico pero que estaba generando graves trastornos en el día a día de las relaciones bilaterales.
Derechos humanos
Haciendo caso omiso de las advertencias del Kremlin durante los últimos días, Biden habló del trato que recibe la oposición en Rusia, un tema sobre el que Moscú se mostraba intratable ya que lo considera como una injerencia en sus asuntos internos. Según el presidente norteamericano, las cuestiones referentes al respeto de los derechos humanos forman parte de la «esencia» de EEUU como país, y un presidente estadounidense no puede abstraerse de ellas.
Preguntado por los periodistas acerca de la reacción de Washington en caso de que el opositor Alekséi Navalni muriera en prisión, el líder norteamericano tampoco se mordió la lengua y aseguró que si ello sucediera, las consecuencias para Rusia serían «devastadoras». El líder del Kremlin, por su parte, rebatió las preguntas al respecto con el argumento de que Estados Unidos no estaba en disposición de dar lecciones de moral a nadie, al tiempo que acusó a Navalni de violar «deliberadamente» la ley.
La esperada cumbre dio comienzo poco después de las 13.00 horas en medio de un calor asfixiante, con temperaturas que llegaron a superar los 30 grados. Tras darse la mano en la entrada de Villa la Grange, la mansión del siglo XVIII sita en la orilla sur del lago Leman donde tuvo lugar la cita, ambos dirigentes intercambiaron ante los reporteros gráficos buenos deseos en una atmósfera muy diferente a la que presidió los encuentros que mantuvo el líder del Kremlin con Donald Trump, el predecesor de Biden en la Casa Blanca, en los que los dos protagonistas no parecían tener reparos en airear su conexión personal.