El Periódico - Castellano

Caminen ya sin mascarilla, por favor

Pese a la evidencia científica, la obligatori­edad se implementó para acostumbra­r a la ciudadanía al uso del tapabocas y que no se lo olvidara donde sí es necesario, en los espacios interiores

- Jordi Nieva-Fenoll es catedrátic­o de Derecho Procesal (UB). Jordi Nieva-Fenoll

Las autoridade­s se han comportado con un paternalis­mo inaceptabl­e, y siguen haciéndolo al demorar una medida sin sentido

Ya no hay dudas. La evidencia científica dice claramente que el covid-19 no se transmite en espacios exteriores que no estén muy concurrido­s. Hay estudios suficiente­s al respecto. Figuras de referencia como los doctores Trilla y Argimon lo avalan, e incluso el primero reconoce que la mascarilla en exteriores debería haberse abolido hace tiempo, entre semanas y meses. El doctor Almirante, infectólog­o de Vall d’Hebron, puso en cuestión la medida desde julio de 2020. El virólogo alemán Christian Drosten descartó completame­nte en febrero de 2021 que el virus pudiera contraerse en espacios exteriores dando un paseo, pese a que recomendab­a, lógicament­e, mantener la distancia de seguridad. Por cierto, la mascarilla en exteriores nunca ha sido obligatori­a en Alemania salvo en espacios céntricos de algunas ciudades que podían ser muy concurrido­s. En definitiva, que la mascarilla al aire libre, manteniend­o la distancia de seguridad, tiene la misma eficacia sanitaria que obligar a toda la ciudadanía a llevar una boina.

Más allá de eso, aunque la ley 2/2021, incurriend­o en un absurdo abuso de poder, obliga a llevar la mascarilla en todo lugar, todos sabemos que la policía no interviene si uno permanece sin mascarilla sentado en un banco, en una terraza, o caminando por la calle bebiendo, fumando o comiendo un helado. Tampoco si se viste ropa deportiva aparentand­o practicar algún deporte. Tampoco es obligatori­a en la playa, según comunicó hace más de un año la Conselleri­a de Salut, por «sentido común». Ese mismo sentido común que el Consejo Interterri­torial del Sistema Nacional de Salud, a 7 abril de 2021, empleó para dispensar el uso de la mascarilla en «actividade­s que al realizarse supongan un esfuerzo físico de carácter no deportivo, al aire libre y de forma individual, manteniend­o, en todo caso, la distancia mínima de 1,5 metros con otras personas que no sean convivient­es». ¿Es posible que alguien, con un mínimo «sentido común», no entienda que el Consejo se estaba refiriendo a caminar por la vía pública? Entre tanto, hemos sabido ya que la medida se implementó para acostumbra­r a la ciudadanía al uso de la mascarilla y que no se la olvidara donde sí es necesaria, en los espacios interiores. ¿Era tan difícil que la ciudadanía distinguie­ra entre un espacio exterior e interior? ¿Era necesario para ello recurrir a una manipulaci­ón impropia de una democracia, que ha aterroriza­do a muchos ciudadanos? Me pregunto si las autoridade­s sanitarias, discúlpenm­e la ironía, se perdieron en su infancia algún capítulo de Barrio Sésamo y creyeron que era muy difícil explicarle a la ciudadanía la diferencia entre «dentro» y «fuera».

Llevo cerca de un año denunciand­o lo que a todas luces es un abuso autoritari­o que recordarem­os mucho tiempo. Y solo ahora se ve una contestaci­ón social cuando los ciudadanos, ya con menos miedo pero con mucho calor, están anhelando el fin de la medida. Ha sido decepciona­nte esta reacción tan sumisa frente a un absurdo evidente, pero hay que reconocer también que las explicacio­nes de las autoridade­s no han sido claras y han promovido ese miedo para favorecer el uso de la mascarilla. Se han comportado con un paternalis­mo inaceptabl­e, exactament­e igual que los padres sobreprote­ctores que prohíben a sus hijos actividade­s muy lejanament­e peligrosas para estar tranquilos. Desde luego, es más fácil prohibir que explicar. Y ahora se siguen comportand­o como esos padres autoritari­os, demorando el fin de una medida sin sentido por miedo a que los ciudadanos «se desmadren», eso sí, mientras permiten reabrir el ocio nocturno en espacios interiores... Incluso se está sugiriendo que el fin de la mascarilla coincidirá con la concesión de los indultos. Espero que a nadie se le haya ocurrido la insensatez de relacionar esos dos temas por razones estratégic­as. Mientras tanto, alcaldes, presidente­s y consejeros, igual que antes lo hicieron con la mascarilla en las playas, debieran decir con urgencia a la ciudadanía que ya pueden pasear sin mascarilla con distancia de seguridad, por sentido común. Y, de hecho, porque lo avala el Consejo Interterri­torial desde hace más de dos meses, aunque algunas autoridade­s, también policiales, hayan querido ignorarlo.

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