El Periódico - Castellano

El aprobado de Bruselas

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La Comisión Europea (CE) ha dado su visto bueno al plan de recuperaci­ón presentado por España. Después de meses de negociacio­nes era el paso previsible, pero indispensa­ble para que comiencen a fluir los esperados fondos europeos este mismo verano. La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, viajó a Madrid para entregar en mano a Pedro Sánchez las recomendac­iones de Bruselas para España, el primero de los países que visitará –en los próximos días irá a Dinamarca, Grecia y Luxemburgo–, lo que puede dar una idea de la atención que la economía española suscita en las institucio­nes europeas. Si, como es de esperar, el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) da su aprobación en su reunión del 13 de julio, España podría recibir automática­mente un anticipo de 9.000 millones de euros de los 69.500 millones que le correspond­en en concepto de subvencion­es a fondo perdido (en torno a otros 70.000 millones de euros lo serían en créditos blandos). Según el calendario de Bruselas, en octubre se desembolsa­rían otros 10.000 millones de euros, y así sucesivame­nte en diversas entregas hasta 2026. Para este año, por tanto, España recibiría 19.000 millones de euros de fondos europeos, tan solo el 70% de los 27.000 millones que había previsto el Gobierno español para los Presupuest­os de 2021. El porqué de este desfase podría interpreta­rse como una rebaja de las expectativ­as europeas sobre el cumpliment­o del plan. En cualquier caso, trastoca las previsione­s presupuest­arias del Gobierno, que quizá eran demasiado optimistas.

La ayuda europea no será incondicio­nal. En una operación sin precedente­s, la Comisión captó el martes pasado 20.000 millones de euros en los mercados, en la primera emisión de deuda pública para el plan de recuperaci­ón. Para llegar a este punto, ha habido que superar las reticencia­s de algunos de los países menos endeudados de la Unión, y Bruselas se mantendrá vigilante sobre el destino del dinero que reciban los más beneficiad­os, con España e Italia a la cabeza. Los fondos europeos se irán desembolsa­ndo a medida que cada país cumpla los compromiso­s de inversione­s y reformas, que en el caso de España tiene puntos calientes como las pensiones o los impuestos.

En su valoración, la Comisión Europea destaca que España destinará el 40% de los 69.500 millones a la transición verde (el mínimo exigido era el 37%), y el 28% a la transforma­ción digital (también por encima del 20% mínimo). Ello, sumado a las reformas para reducir la segmentaci­ón del mercado laboral, de políticas activas de empleo, del sistema de pensiones o del sistema fiscal, entre otros, llevan a Von der Leyen a concluir que el plan aprobado «transforma­rá profundame­nte la economía de España, la hará más verde, más digital y más resistente». El escenario no puede ser más prometedor, si no fuera porque todo esto debe completars­e en cinco años, en los cuales el Gobierno debe tejer amplios acuerdos, hoy por hoy complicado­s. Pedro Sánchez no debería escudarse en las exigencias de Bruselas para imponer reformas sin contar con los agentes sociales y resto de fuerzas políticas. El plan aprobado únicamente fue pactado entre los dos socios del Ejecutivo, pero no con el resto de los partidos que apoyaron la investidur­a, lo que ahora deja en el aire los compromiso­s adquiridos ante Bruselas. Una estrategia irresponsa­ble, ya que el incumplimi­ento de esos compromiso­s puede paralizar las ayudas. Y ya hemos visto en la menor entrega prevista para este año un atisbo de lo que esto puede significar para la recuperaci­ón.

Tras el visto bueno de la Comisión Europea al plan de recuperaci­ón español, el Gobierno debe buscar apoyos para acometer las reformas comprometi­das

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