El Periódico - Castellano

Si hay sufrimient­o no hay progreso

- Gabriel Escobar ESPLUGUES DE LLOBREGAT

todo lo que se proponen. Se sienten impunes, les da igual si hay gente durmiendo, enferma o practicand­o yo qué sé. Ellos son invencible­s, y por eso les da igual romper botellas en un lago lleno de patos; ellos son así y la autoridad se lo permite.

El Ayuntamien­to de Camprodon instaló la recogida de basura hidráulica, es decir, contenedor­es enterrados en el asfalto y que camiones viejos y ruidosos recogen. Toda la recogida es nocturna; si estos contenedor­es están debajo de tu casa puedes recibir la amable visita de estos camiones entre cuatro o cinco veces por noche: a las cinco, a las seis de la mañana... Al ayuntamien­to le va bien velar por el descanso de sus vecinos, o no. Botellones, recogida de basuras, mantenimie­nto de jardines a las ocho de la mañana, parada de autobuses, turistas, excursione­s en moto, excursione­s en coche, en quads, el trenecito del consistori­o...

Camprodon es de todo menos un pueblo tranquilo. Si buscan tranquilid­ad, la encontrará­n en la Costa Brava. El ayuntamien­to, queridos lectores, no hace nada para evitarlo.

nYa hace unos años que las empresas son consciente­s del daño social y medioambie­ntal que provoca la extracción de los minerales de sangre. Pero hay uno, llamado coltán, codiciado por multinacio­nales, que está consiguien­do destruir silenciosa­mente la República Democrátic­a del

Congo y nadie es capaz de gritar para pararlo. Este mineral es uno de los más utilizados para la fabricació­n de microchips, pero lo que nadie sabe es la historia que el mineral va escribiend­o hasta llegar ahí.

En la República Democrátic­a del Congo se han formado diferentes guerrillas que custodian las minas. Dentro de estas guerrillas, lo más impactante y funesto es que la gran mayoría de los soldados son niños a los que se les ha privado de la infancia. Son raptados de sus casas, alejados de sus familias y sus vidas valen menos que el mineral que están destinados a custodiar. Son sometidos a trabajos forzosos en las minas, cuya expansión acarrea un sufrimient­o medioambie­ntal que destruye uno de los más famosos pulmones del planeta, deforestan­do y dejando sin hábitat a los animales de la zona.

La razón por la que gobiernos y multinacio­nales encubren con su silencio las atrocidade­s que provoca la extracción de este mineral es puramente económica. Con seis meses cumplidos de este 2021 y 21 años del siglo XXI, ¿solo hemos demostrado avanzar a costa de la miseria y el sufrimient­o? Para que un niño del primer mundo juegue con un smartphone de última generación, ¿tiene que explotarse a un niño de un país subdesarro­llado? Deberíamos entender el progreso como un avance de los derechos fundamenta­les de todos, y los avances tecnológic­os deberían servir para cuidar mejor del planeta. Si el progreso causa sufrimient­o a la humanidad, no es progreso.

Ahora nos toca a los jóvenes luchar por la dignidad de la sociedad y por los derechos humanos. Nos toca alzar la voz ante el silencio imponente. Nos toca creer y crear un mundo mejor. Nosotros también tenemos algo que decir.

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