Juli Garreta, relojero y músico
sin quitarse ni el abrigo ni el sombrero. El conjunto tocó algunas de las sardanas más famosas, como Per tu ploro de Pep Ventura y Juny de Juli Garreta. Esta pieza le impresionó tanto que, al terminar, Stravinski exclamó: «¡Más Garreta!». No solo eso. Después de charlar largamente con los intérpretes y preguntar por las peculiaridades de la tenora, como muestra de agradecimiento quiso obsequiar al Ateneu con un concierto, donde él personalmente acompañó al piano a la cantante Mercè Plantada. Esto ocurría el día 21, pocas horas antes de marchar a París. Al despedirse pidió que le enviaran partituras de sardanas y melodías populares catalanas porque se había propuesto crear su propia sardana.
A partir de ese momento empezó una estrecha relación con Barcelona hasta que estalló la Guerra Civil. Algunas veces tuvo buenas críticas y en otras generó polémica. Dirigió en el Liceu por última vez en marzo de 1936, ya plenamente consagrado y sin que nadie discutiera su valía artística.
Durante el franquismo solo volvió en 1956 y porque el barco que lo llevaba a Italia procedente de Nueva York hacía escala en la ciudad, donde visitó a algunos amigos queridos como el también compositor Eduard Toldrà.
¿Y la sardana prometida? Nunca más se supo. Se cuenta que hizo probaturas pero nunca salieron a la luz. Este 2021, con motivo del medio siglo de su fallecimiento, la editorial FICTA ha convocado el concurso de composición La Sardana de Stravinski. Una buena manera de recordar la buena relación entre el músico y Catalunya.
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