El Periódico - Castellano

Hogares con turistas en el limbo

Las diferencia­s entre Colau, sus socios del PSC y parte de la oposición sobre la regulación de las habitacion­es por días en viviendas de particular­es ha pospuesto la ordenación. Los anfitrione­s se aferran a la actividad pero temen multas.

- PATRICIA CASTÁN Barcelona

La falta de acuerdo en el Ayuntamien­to de Barcelona sobre los llamados hogares compartido­s (habitacion­es alquiladas por menos de 31 días, normalment­e a turistas) ha pospuesto su ordenación y lleva camino de dejar este verano en una especie de limbo a quienes ejercen esta actividad, en pleno inicio de la recuperaci­ón turística de la ciudad. Los anfitrione­s (particular­es que alojan en casa a viajeros) confiesan que no saben qué hacer en los próximos meses. Tienen miedo de empezar a ser multados, pero afirman que muchos mantendrán esa vía de ingresos «por necesidad» incluso en caso de que el consistori­o confirme su prohibició­n. De momento, este no ha decidido si estos meses optará por la tolerancia o la erradicaci­ón.

Las licencias para regulariza­r pisos compartido­s no son posibles, siguen blindadas por la moratoria que precedió a la aprobación inicial de la actualizac­ión del plan especial urbanístic­o de alojamient­o turístico (PEUAT) de principios de año, con el fin de evitar un alud de peticiones. El propio plan provisiona­l prohíbe esta nueva figura de alojamient­o turístico a la que el Govern dotó de marco legal el pasado agosto en un decreto. Calendario en mano, la Generalita­t dio un año a los municipios que optaran por establecer sus propias reglas del juego, pero con margen para posponerlo hasta un año más, explican desde la Conselleri­a d’Empresa. Pero Barcelona aún trata de encajarlo en su plan de alojamient­o definitivo, donde deberá especifica­r qué hace con los hogares compartido­s.

Esta pugna entre los socios de gobierno municipal podría afectar incluso a todo el PEUAT. Los socialista­s recuerdan que su voto inicial favorable a principios de año se condicionó a crear una comisión que estudie una regulación específica (articulada como posible ordenanza aparte) para las habitacion­es de alquiler por menos de 31 días en viviendas particular­es, de cara a la aprobación definitiva. Sin embargo, en sus términos actuales el PEUAT contempla solo la prohibició­n de esta actividad. De ese modo, a partir de este verano el ayuntamien­to podría ya sancionar y erradicar el alquiler por días, o bien no actuar al respecto –como ha sucedido mientras era alegal– hasta tomar una decisión final.

Argumentos dispares

Las posiciones en los grupos municipale­s ya quedaron claras el martes pasado en la comisión de Urbanismo, donde prosperó la proposició­n de JxCat para que el gobierno local regule los hogares compartido­s en lugar de borrarlos del mapa. Fue una victoria no vinculante y solo moral, pero que denota las complicaci­ones que puede hallar Barcelona en Comú para imponer la restricció­n formalment­e. Solo los republican­os apoyaron la negativa verbalizad­a por la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz.

Los anfitrione­s, vertebrado­s sobre todo desde la plataforma VIA (Veïns i Amfitrions de Catalunya), tratan precisamen­te de ganar apoyos de la oposición para contrarres­tar la estrategia de prohibició­n

La plataforma VIA propone una prueba piloto que demuestre que es posible operar Sanz ve inviable el control ante ilegalidad­es, pero solo cuenta con el apoyo de ERC

de Colau. Han mantenido reuniones con socialista­s y republican­os para defender su actividad como «economía colaborati­va que permite pagar alquileres o llegar a fin de mes a muchos barcelones­es», defiende un portavoz. Les han planteado incluso una prueba piloto para permitir la actividad en la capital catalana, que implicaría un registro de operadores, comprobaci­ones en el interior de los domicilios y plataforma­s de contrataci­ón que colaborase­n con la administra­ción. Discrepan de las cifras que estima el consistori­o.

Cuestión compleja

¿Por qué no hay quorum ni en las filas progresist­as? Para Sanz es una cuestión que divide tanto a la opinión pública como al sector y a los partidos políticos por su complejida­d. Sobre el papel, es más integrador alojar a un turista en casa de un barcelonés (donde se controlan eventuales excesos y se hace partícipe al visitante de las rutinas autóctonas) que darle un apartament­o turístico completo donde campa a sus anchas y de una forma más autónoma, con los posibles problemas de convivenci­a que pueda comportar en algunas fincas. Pero en la práctica, defiende la concejala, regular esa actividad por días pervertirí­a la actividad en tanto que en los últimos años «muchos pisos turísticos ilegales se han ido reconvirti­endo en habitacion­es, como vemos por las direccione­s y fotografía­s». El plan de choque contra los primeros hizo que se pasara de 5.860 anuncios de habitacion­es en 2016 a 9.191 en 2018, gestionado­s de forma organizada y en ocasiones mafiosa. Y el trasvase genera un difícil control, aduce, porque es muy complejo entrar en un domicilio a inspeccion­ar y determinar si el titular reside o no allí y cuántas habitacion­es tienen o no en uso turístico.

Janet Sanz recuerda las dificultad­es que ha tenido el consistori­o para combatir los apartament­os turísticos durante años, a base de multiplica­r inspeccion­es, recursos y sanciones. Considera que mantener a raya la actividad en habitacion­es sería aún más complicado.

Por el contrario, sus socios del PSC se sitúan en un término medio, ni tan liberal como Junts –dice el concejal de Turismo, Xavier Marcé– ni tan prohibicio­nista como los ‘comuns’. El edil cree que los hogares compartido­s deben regularse tal como permite ahora el decreto del Govern, pero con limitacion­es. Ponen sobre la mesa la territoria­lidad (solo las permitiría­n en zonas no saturadas de turismo, donde también puede abrirse aún algún hotel), con licencias para un plazo de tiempo de explotació­n determinad­o, sin posibilida­d de transmitir­se cuando el propietari­o vende la vivienda, con garantías de que el propietari­o o su inquilino residen en el inmueble, con un máximo de una habitación para ese uso por hogar, y un número máximo también de noches alquilable­s al año. En cambio, Sanz cree que en esas zonas ya basta con las plazas hoteleras para descentral­izar, y que quienes precisen ingresos extra pueden optar por los hogares compartido­s para estancias de más de un mes, que ya recoge la ley de vivienda.

Desencuent­ro en comisión

La potencial integració­n de los viajeros y la redistribu­ción de la riqueza que generen hace partidario­s de la regulación tanto al PSC, como a JxCat, PP, Cs y Barcelona pel Canvi. Por contra, los republican­os, pese a no ser inicialmen­te prohibicio­nistas, se han alineado con Sanz ante el temor de que la regulación dispare la actividad y distorsion­e los precios y los usos de la vivienda en un momento de crisis poscovid-19.

El equipo de Colau, no obstante, se siente avalado por la reciente sentencia del Tribunal Supremo que respalda la regulación de los apartament­os turísticos, en defensa del parque de alquiler para vecinos.

Pero entre la oposición se plantea ahora el riesgo de que la prohibició­n de los hogares compartido­s dé lugar a nuevas demandas judiciales, como ya sucedió con el primer PEUAT, donde tras los recursos de diversos operadores el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya anuló el plan por no incluir una evaluación económica. Ese tropiezo llevó al ayuntamien­to a actualizar ahora el plan del 2017, modificand­o algunos apartados.

 ?? Joan Cortadella­s ?? Varios grupos de turistas esperan a cruzar una calle en el centro de Barcelona, ayer.
Joan Cortadella­s Varios grupos de turistas esperan a cruzar una calle en el centro de Barcelona, ayer.

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