Un verano con sabor a victoria
El Barça vuelve reinar en el baloncesto español después de siete años y ha completado con Liga y Copa un doblete que no se conseguía desde 2011. La llegada de Jasikevicius al banquillo ha inculcado un carácter ganador a la plantilla, que empieza a perfilarse ya para la nueva temporada y deja abierta la puerta a la continuidad de Pau Gasol.
El Barça ha celebrado por todo lo alto la conquista de la Liga de baloncesto. Había muchísimas ganas de sacudirse de encima la dinámica negativa de los últimos años. Y alguna sala del Palau permaneció abierta hasta bien entrada la madrugada después de una temporada agotadora (92 partidos oficiales, incluida Lliga Catalana) para que técnicos y jugadores disfrutaran del momento antes de encarar los torneos preolímpicos de clasificación para Tokio.
Son muchas las cifras que acompañarán la Liga azulgrana después de una exhibición de principio a fin contra un Madrid que llegó muy al límite en lo físico, y que se queda sin uno de los dos grandes títulos desde que lo entrena Laso. El Barça vuelve a reinar siete años después (desde 2014) y firma un brillante doblete (Liga y Copa) que nadie conseguía desde 2011. Si a los dos títulos se añade la final de la Euroliga y también la de la Supercopa (cuatro finales de cuatro), la temporada se convierte en sobresaliente.
Pero más allá de los logros, entre los que destaca la tercera Liga de Pau Gasol 20 años después, quedarán también las imágenes de euforia desbordada. El abrazo de Jasikevicius con Laporta, la generosidad del capitán Oriola de compartir la recogida del trofeo con Gasol, el jugador que ha limitado sus minutos en pista, o la ceremonia de liberación de Niko Mirotic, que había generado muchas dudas durante los play-offs y acabó redimiéndose en la final para convertirse en el MVP con cifras de lujo: 18 puntos, 6 rebotes y 24 de valoración de media.
«Hay que ganar necesariamente el último partido de la temporada, porque así uno se lleva el sabor de la victoria durante todo el verano, antes de volver a empezar», asegura Sarunas Jasikevicius en su libro autobiográfico Ganar no
es suficiente. La máxima la ha cumplido a la perfección en su primera temporada en el banquillo azulgrana, acabando con una racha negra de cuatro finales de Liga perdidas. A nadie escapa que el técnico lituano, de 45 años, que abrazó y besó a su esposa, Anna Douka, y a sus dos hijos, Lukas y Aila, nada más acabar la final, es el principal responsable del cambio de mentalidad en la plantilla.
Arropado por el presidente Joan Laporta, con el que mantiene desde hace años una excelente relación, y también por su amigo Juan Carlos Navarro, desde hace dos meses máximo dirigente de la sección, el reto de Jasikevicius es llevar al Barça a la cima europea, como reconocía a este diario en una reciente entrevista. Y eso pasará ahora por definir y configurar la plantilla de la próxima temporada, que empezará a aclararse en las próximas semanas.
Una de las incógnitas será la continuidad de Pau Gasol. El pívot dejó la puerta abierta a seguir en activo. «Veremos. Toca descansar y plantearse el futuro», dijo en la celebración. «A todos nos gustaría que continuara, pero es una decisión suya. Ya le hemos preguntado y volveremos a preguntar pero está complicado», apuntó Navarro en RAC1 y confesó que habla con su hermano Marc, una opción abierta si deja los Lakers y la NBA.
Obligado a reajustar presupuesto, el Barça estudia la marcha de varios jugadores de la actual plantilla. Las salidas de Artem Pustovyi y Leo Westermann se dan por hechas, igual que la del joven base argentino Leandro Bolmaro, este reclamado por los Timberwolves de la NBA.
Existen dudas en torno a Víctor Claver, inédito en la final y con un año más de contrato. Y parecen cerrados los acuerdos con el joven base lituano Rokas Jokubaitis, de 20 años y 1,93, formado en la cantera del Zalgiris, y del pívot Sertac Sanli, de 2,12 y 30 años, campeón de Euroliga con el Efes. En el aire también el regreso del croata Mario Hezonja, cedido esta temporada al Panathinaikos y cuyos derechos en Europa son barcelonistas. Mucho trabajo, sí. Pero todo un verano para disfrutar.