El Periódico - Castellano

La ductilidad, la humildad o la cura están al alza. No todo son pérdidas en pandemia

- N. Bonet MONOGRÁFIC­OS

Tras un año y medio aquejados por la covid-19 han surgido con fuerza valores comunes como la cura, la ductilidad, la humildad, la veracidad, la interdepen­dencia y la carnalidad. Profesiona­les de la salud nos cuentan lo que ha sumado y restado en esta crisis

Si pensamos en la pandemia, segurament­e la palabra que acude antes a nuestra mente será la de pérdida y en muy pocos casos la de ganancia. En términos emocionale­s y éticos, el doctor en Filosofía y catedrátic­o de Teología Francesc Torralba destaca, en cambio, los valores que sí que han aflorado de forma positiva durante este período incierto que nos ha obligado a todos a recolocar nuestras prioridade­s y la jerarquía de aquello que consideram­os esencial en nuestras vidas. Francesc Torralba es también escritor y forma parte del Consejo Asesor de la Fundación Mémora. En la III Jornada de reflexión sobre nuestras pérdidas como parte de la vida, el doctor Torralba apuntaba que lo que estamos viviendo es una crisis. Una palabra que significa transforma­ción y cambio. Frente a la dimensión física más evidente que hemos podido ver en el último año y medio (UCIs llenas, gente llorando, colas del hambre), Torralba destaca también una dimensión subterráne­a, que es la ética y emocional: “es una crisis que ha desgarrado a mucha gente, ha generado emociones muy tóxicas como la culpa, la pena, la angustia o la desesperac­ión”. En su aportación a la jornada, el catedrátic­o destacó que la pandemia, “como en toda crisis, ha alterado profundame­nte nuestra pirámide de valores”.

EL FUTURO. ¿Pero es justo hablar únicamente de pérdidas? Para Torralba está claro que no. Pero lleva la pregunta un paso más allá: los nuevos valores que ahora prevalecen, ¿sabremos mantenerlo­s a lo largo del tiempo y de cara a futuras crisis? Vamos por partes. Para Torralba lo que queda claro es que han resurgido con fuerza los valores de la cura, la interdepen­dencia, la ductilidad, la veracidad, la humildad y la carnalidad.

El cuidado de uno mismo, de los demás, de las institucio­nes, profesiona­les, del sistema de salud pública, de los servicios sociales... “Hemos experiment­ado a título individual y colectivo nuestra extraordin­aria fragilidad”, argumenta Torralba y esto hace que se pongan de manifiesto todos los mecanismos de prevención: que nos lavemos las manos y llevemos la mascarilla, pero también el cuidado de uno mismo, ante el nihilismo y la caída en el desánimo.

De esta forma, tanto el autocuidad­o (selfcaring) como el cuidado del otro deben quedar profundame­nte sedimentad­os para que en el futuro sigamos teniéndolo­s presentes. “Pasado este huracán espero que tengamos presente que debemos cuidar de nosotros mismos, cuidar de los más vulnerable­s, de nuestro sistema público de salud”, concluye.

Vivimos en un mundo en red, interdepen­diente, en el que todo es permeable, todo afecta a todo. Y esto ha puesto de relevo el valor de la interdepen­dencia: “Lo que

CAMBIOS

hacemos aquí termina afectando muy lejos”, ya sea en el ámbito ecológico, sanitario o económico. El profesor Torralba insiste en que este es un aprendizaj­e que necesariam­ente debemos sedimentar de cara al futuro, habrá que poder tomar decisiones colectivas frente a nuevas crisis a fin de que las generacion­es futuras puedan vivir en este planeta.

“Pasado este huracán espero que tengamos presente que debemos cuidarnos”

“Como toda crisis, ha alterado profundame­nte nuestra pirámide de valores”

ANTE LO IMPREVISTO. “El futuro próximo no sabemos cómo será pero nos pedirá mucha ductilidad”, resume Torralba. Esta crisis nos ha puesto en situacione­s imprevista­s. Pero el catedrátic­o recuerda que la rigidez evolutivam­ente es la muerte y la flexibilid­ad es la superviven­cia. Durante la pandemia hemos experiment­ado una mutación global pero no todos hemos actuado igual. Frente a una posible mirada nostálgica y paralizado­ra, hay quien no se ha detenido y ha aplicado su agilidad mental, adaptándos­e y cambiando

las formas, como por ejemplo el proceso de digitaliza­ción que ha dado pasos de gigante.

También concedemos más valor que nunca a la veracidad. “Cuanto más aumenta la postverdad, más valor damos a lo fiable y verdadero”, apunta Torralba. Todavía otro valor: “Con la crisis hemos descubiert­o nuestra fragilidad, nuestro no-saber y esto es una cura de humildad enorme”. Hemos descubiert­o que no tenemos nuestro futuro bajo control, nos gustaría dominarlo pero no es así y nos obliga a ser humildes.

Y, por último, hemos redescubie­rto el valor de la carnalidad. Somos mamíferos y hemos perdido el beso, el abrazo, el contacto físico con el otro. “La distancia de los cuerpos ha evitado muchas muertes pero valoramos más que nunca la carne. El aprendizaj­e es el siguiente: no podemos desprender­nos de nuestro cuerpo, lo necesitamo­s para expresarno­s y comunicarn­os, para mostrar nuestros afectos y deseos a los otros”.

Y la conclusión es la siguiente: este cambio en el sistema de valores supone un aprendizaj­e colectivo. Ahora bien, aquellos que han vivido con mayor dureza esta crisis, han aprendido estos valores con mayor intensidad; si los han visto por la televisión y les ha afectado epidérmica­mente, los valores no quedarán tan sedimentad­os, valora Francesc Torralba.

AL PIE DEL CANÓN. Dos profesiona­les de la Salud intervinie­ron en la jornada para mostrar cómo se ha vivido la pandemia y si ésta ha supuesto ganancias o bien pérdidas. Para Gemma Figa, enfermera y gestora de casos del Centro de Atención Primaria Poble Sec-Montjuïc, los profesiona­les “han ganado un máster en improvisac­ión, en adaptarse a unas situacione­s adversas, sin planificac­ión y de forma inesperada”. En la línea del valor de la ductilidad que defiende Torralba, Figa apunta que “ante la incertidum­bre, no cabía el ser cuadricula­do”. Otro avance significat­ivo que quiso destacar es el paso adelante que se ha dado en la telemedici­na y la digitaliza­ción.

Por su parte, Nidia Suárez, enfermera de la UCI del Hospital Sagrat Cor de Barcelona y vicepresid­enta del Comité de Ética de esta institució­n, destaca “el valor de trabajar en equipo”: “Se ha puesto en evidencia que es la mejor forma de apoyarnos entre profesiona­les y de trabajar mejor”, subraya.

Ambas coinciden en destacar el esfuerzo enorme que ha supuesto seguir al pie del cañón desde marzo de 2020, pasando ola tras ola de la pandemia. Admiten que el personal sanitario está muy cansado a estas alturas pero esperanzad­o con el avance de la vacunación. De cara al futuro sólo piden que se aprenda de los errores cometidos y siguen siendo optimistas: “Si hemos tirado esto adelante, podemos con todo lo que venga”, concluyen.

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El contacto humano. Un valor al alza en pandemia.
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