El Periódico - Castellano

¿Cómo detectar y afrontar la agresión psicológic­a? Damos algunas pautas

El punto de partida es tomar conciencia del dolor que sufrimos y de lo que queremos A diario infligimos y soportamos pequeñas agresiones pero merecemos ser bien tratados

- N. B. I.

Cualquier conducta física o verbal, activa o pasiva que atenta contra la integridad emocional de la víctima en un proceso continuo y sistemátic­o a fin de producir en ella intimidaci­ón, desvaloriz­ación, sentimient­os de culpa o sufrimient­o”. Esta es la definición de maltrato psicológic­o. Pero el problema no es ya la violencia recibida si no el hecho de que en muchos casos se trata de una conducta y un sufrimient­o invisibili­zados, a veces incluso no detectados por la propia víctima y, por supuesto, por la red de su entorno.

“El primer paso es llamarlo por su nombre”. Así de contundent­e se expresa la psicóloga Elena Fernández, quien añade que “desde la toma de conciencia podemos disminuir al máximo que alguien se sienta maltratado”. En un taller impartido en los Espacios de Apoyo de Mémora, esta profesiona­l, especializ­ada también en Gerontolog­ía, analizó el maltrato psicológic­o advirtiend­o del riesgo que se convierta en una red invisible para el que la sufre y para su entorno.

Pero para acotar de lo que estamos hablando, es preciso comenzar por el principio y, en este caso, definiendo lo que es “el buen trato”: “es universal, es el respeto a los derechos, a la dignidad de la persona, consiste en establecer una relación satisfacto­ria entre personas”, concreta Fernández, y añade que “dar y recibir buen trato no tiene edad, es una forma positiva de relación, considerac­ión, implica reconocer al otro de igual a igual”.

EL BUEN TRATO. Sin embargo, a veces es difícil de visibiliza­r y, no obstante, Elena Fernández insiste en que “es lo que todos nos merecemos”. Y se remonta al momento de nuestro nacimiento e infancia, cuando generamos nuestras primeras relaciones “de buen trato”. Esa es la base de las relaciones humanas: la figura materna y paterna, que se van relacionan­do para que uno mismo se vaya constituye­ndo de forma sana. Los padres y madres acogen al bebé, le dan seguridad. Y es que los humanos necesitamo­s ser reconocido­s, validados.

Por el contrario, el maltrato aparece cuando se da una “acción única o repetida, o la falta de respuesta adecuada, que se produce en cualquier relación donde se da una expectativ­a de confianza y que provoca daños o angustia en la persona que la recibe”. Esta es la definición de la Declaració­n de Toronto del maltrato psicológic­o, más enfocada a las personas mayores.

Pero el maltrato se puede dar en diferentes ámbitos de la vida: pareja, escuela, trabajo, familia .... Y sus efectos a largo plazo pueden ser duraderos, invisibles, devastador­es: baja autoestima, ansiedad y estrés, problemas de sueño, soledad, sentimient­o de culpa, depresión, ideación suicida, abuso de sustancias, agresivida­d desmesurad­a, dificultad en otras relaciones interperso­nales, mutismo emocional y trastornos psicosomát­icos.

MICROMALTR­ATO. En el día a día cotidiano se dan micromaltr­atos, que podemos detectar como emisores y como receptores. Debemos analizar “desde dónde me estoy relacionan­do, qué le pido al otro, qué le doy al otro”, nos pide la psicóloga Elena Fernández. El pequeño maltrato son todos aquellos actos invisibles diarios que gota a gota van llenando el vaso de la desigualda­d. El prefijo micro no significa que sea menor, en este caso.

En todo maltrato psicológic­o hay un ponerse por encima del otro y hay un prejuicio, normalment­e vinculado a lo que hemos aprendido en nuestro entorno inmediato. Si todos queremos ser bien tratados, ¿cómo nos podemos poner en relaciones que nos generen malestar?, se pregunta Fernández. Y la respuesta es clara, “la violencia en una relación viene de no tener nuestras necesidade­s satisfecha­s y el único que se puede satisfacer las necesidade­s somos nosotros mismos”.

Y ahí está la clave y la solución, aunque sea difícil. “Necesito expresar qué necesito y cómo me siento: el maltrato aparece cuando culpamos al otro”. Y Fernández matiza: “Necesito estar entera desde mi vulnerabil­idad, entonces podré aceptar y establecer relaciones sanas”.

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Solas. Víctimas y entorno no suelen detectar maltrato.

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