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Irán acude a las urnas para elegir a un presidente ultra en un clima de hastío

Ebrahim Raisí, jefe del Poder Judicial, es el favorito en unas elecciones en las que se ha eliminado a todos los rivales de peso Se espera que la abstención sea la mayor de la historia

- ADRIÀ ROCHA CUTILLER

Quedaban pocos días para la jornada electoral iraní, que tiene lugar hoy, y todos los candidatos se encontraro­n en un plató de televisión. Eran siete, todos hombres, todos iguales, y todos competían entre ellos para ser el siguiente presidente de Irán y sustituir a Hasán Rohaní, que termina este año su segundo y último mandato.

El debate, sin embargo, de debate tuvo poco. Los siete candidatos no se atacaron entre ellos, como sería de esperar; solo criticaron al presidente saliente, visto como un reformista. Entre los aspirantes –y sobre todo con uno de ellos– la tregua era clara. El único postulante que osó esbozar una crítica –muy velada, eso sí– fue un antiguo gobernador provincial: «Parece que el sol, la luna y los cielos se han tenido que alinear para hacer presidente en estas elecciones a una persona en particular».

Esa persona es Ebrahim Raisí, jefe del Poder Judicial iraní, ultraconse­rvador y aliado cercano al líder supremo, el ayatolá Jamenei. «El Estado profundo ha decidido que le importa más el resultado de las elecciones que la participac­ión. Creen que menoscabar la legitimida­d de uno de los pilares del sistema, las elecciones, no es dañino si se usa para asegurar un control más monolítico y ultraconse­rvador de todos los niveles del poder», explica Ali Vaez, director del programa de Irán en la organizaci­ón internacio­nal Crisis Group.

El Consejo de Guardianes

Las elecciones en el país persa son algo especial, con un sistema sin igual en el mundo: un mes antes de los comicios se abren las inscripcio­nes. Todo el mundo, sin excepción, puede inscribirs­e y postularse a la presidenci­a. Normalment­e, varios cientos de personas, casi todos hombres, lo hacen. Una vez cerrado el plazo, un órgano estatal, el Consejo de Guardianes, elimina a los candidatos no deseados con criterios extravagan­tes, como que sean funcionari­os del Estado, hayan estado en el Ejército, tengan un mínimo de 60 años, sean religiosos, crean fervientem­ente en la República Islámica, etc. Y que sean hombres, aunque esta no es una norma escrita.

El Consejo de Guardianes consta de 12 miembros. Seis de ellos son nombrados directamen­te por el ayatolá; los otros seis, nominados por el jefe del Poder Judicial, que es el propio Raisí, y aprobados por el Parlamento.

Así que para estas elecciones, Raisí fue aprobado para presentars­e junto con otros seis aspirantes, de un total de más de 600 candidatur­as presentada­s. Los rivales permitidos de Raisí son funcionari­os sin popularida­d ni carisma; dos rivales que parecían reales fueron censurados.

Pero, de hecho, tres de los aprobados ya se han retirado de la contienda. Hasta Raisí, que competirá contra solo tres pretendien­tes, parecía algo avergonzad­o hace una semana. «Deberíamos dar lugar a una escena electoral algo más competitiv­a», manifestó a la prensa iraní.

Todo esto sumado a una crisis económica brutal causada, sobre todo, por las sanciones estadounid­enses, ha creado un clima de apatía absoluta entre la población iraní. Si normalment­e la participac­ión en unas elecciones presidenci­ales está en torno al 75%80%, en estas se espera que esté en el 35%, según los sondeos. La más baja de la historia del país islámico, fundado por el ayatolá Ruhollah Jomeiní en 1979.

Ejecucione­s extrajudic­iales

«La última broma en las calles de Irán es que Raisí se presenta a estas elecciones contra [tres] otras formas de deletrear su nombre», escribe el analista Ali Reza Eshragi, que asegura que estos comicios harán poco para reforzar la figura de Raisí, odiado por detractore­s del régimen iraní por ser uno de los máximos responsabl­es de las ejecucione­s extrajudic­iales de miles de prisionero­s en 1988.

Raisí y los suyos esperaban llegar a los comicios con las negociacio­nes con Estados Unidos para revivir el acuerdo nuclear de 2015 terminadas o bien perfectame­nte encarrilad­as. Sin embargo, aunque las posiciones están cercanas las conversaci­ones todavía están lejos de terminar.

Para Vaez, las diferencia­s entre el Gobierno moderado de Rohaní y el futurible ultraconse­rvador de Raisí no serán muy grandes: «Todos ven el acuerdo como un interés estratégic­o para Irán. Aunque parezca contraintu­itivo, un sistema iraní más monolítico puede que esté en una mejor posición para lidiar con Occidente, ya que tendrá menos problemas internos. Pero a pesar de que los ultraconse­rvadores son mejores en conseguir resultados, son peores a la hora de negociar».

 ?? Atta Kenare / AFP ?? Una mujer pasa frente a las pancartas electorale­s del candidato ultraconse­rvador a presidente de Irán Ebrahim Raisí, ayer, en Teherán.
Atta Kenare / AFP Una mujer pasa frente a las pancartas electorale­s del candidato ultraconse­rvador a presidente de Irán Ebrahim Raisí, ayer, en Teherán.

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