China ultima su hogar espacial
Cinco años después del último vuelo tripulado, los taikonautas Nie Haisheng, Liu Boming y Tang Hongbo despegaron ayer sin contratiempos y ahora trabajarán en la preparación de la estación orbital ‘Tiangong’. El proyecto nació después de que Washington les
Desde el desierto del Gobi, en la septentrional provincia de Mongolia Interior, tres astronautas chinos partieron ayer por la mañana hacia la estación espacial Tiangong con el objetivo de acabar la construcción y adecentar el inminente hogar. Es uno de los 11 lanzamientos, cuatro de ellos tripulados, que requerirá antes de operar a finales de 2022. La nave espacial Shenzhou-12 se acoplará al módulo central que ya fuera enviado al espacio a finales de abril.
Tiangong (Palacio Celestial, en mandarín) es el ambicioso plan chino para plantar a sus taikonautas en el espacio con vocación estable. Se pretende aliviar los rigores del encierro, la distancia y el tedio. Cada astronauta dispondrá de su espacio individual, compartirán una bicicleta estática y un centro de comunicaciones para enviar correos electrónicos y videoconferencias y podrán embarcar una cantidad razonable de objetos personales y de ocio. Está previsto que Tiangong orbite la Tierra a una distancia de entre 340 y 450 kilómetros. Su vida se estima en unos 10 años y hasta en 15 con las debidas puestas a punto (y si los accidentes la respetan).
La venganza como estímulo
Tiangong confirma a la venganza como un poderoso estímulo. China inició el proyecto después de que Estados Unidos vetara su participación en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas inglesas) por su recelo a compartir tecnología sensible. Lo explicaba un negociador chino en el diario hongkonés South China Morning Post: «Nos dijeron que no cumplíamos los estándares. Nos llamaron ladrones. No podíamos tragarnos la humillación y decidimos construir la nuestra».
Los boicoteos estadounidenses son un constante y necesario revulsivo para China. También sus semiconductores, un sector que había descuidado por su dependencia del exterior, se han desarrollado con brío después de que Washington los afectara durante la guerra comercial.
La ISS ejerce de ONU espacial. El proyecto aglutina a 16 países y ha cobijado ya a 240 astronautas. La china es cuatro veces más pequeña y se ha demorado más de lo previsto, pero los vientos soplan a su favor. La ISS cumple 15 años, sus achaques obligan a constantes reparaciones y la NASA prevé retrasar su jubilación prevista en 2024 hasta 2028. La china será, en cualquier caso, la única operativa a finales de esta década. Algunos astronautas europeos estudian mandarín por las promesas chinas de que será inclusiva.
Nueve experimentos de 17 países han sido elegidos para la misión que comenzó ayer. «Queremos que sea un laboratorio espacial que beneficie a toda la humanidad», aclaró esta semana un responsable en rueda de prensa. Cuando haya sido completada, añadió, llegarán los vuelos compartidos con astronautas extranjeros. Científicos de una quincena de países se han sumado al programa chino y participarán de experimentos conjuntos. Solo se sabe de una propuesta rechazada: llegó de Estados Unidos y, según Pekín, «no cumplía los estándares».
Veteranos del espacio
El lanzamiento de ayer fue el primero tripulado en un lustro. China ha encomendado la misión a astronautas de acrisolada experiencia para minimizar los riesgos. La lidera el comandante Nie Haisheng. Su biografía habla de un tipo solvente: será su tercer lanzamiento tras los de 2005 y 2013 y se convertirá, con 56 años, en el astronauta chino menos joven en el espacio. Integró la primera quinta del gremio, allá en 1997, y capitanea la Brigada de Astronautas del Ejército de Liberación Popular. Liu Boming también es cincuentón, parte de aquella quinta de pioneros y conoce el espacio de cerca. Solo debutará Tang Hongbo, de 45 años. Los tripulación ha acumulado más de 6.000 horas de entrenamiento para esta misión y pasará los próximos tres meses en la estación espacial.
China se ha sumado a la carrera con el brío del que llega tarde. Envió a su primer hombre al espacio en el 2003 y tres tripulantes dieron en el 2008 el primer paseo fuera de la nave. Y desde entonces, el frenesí. De Pekín surgen ahora las misiones más audaces y mediáticas, con la carrera espacial subrayada por el presidente Xi Jinping como clave para apuntalar el respeto global y estimular el desarrollo tecnológico.
China publicaba esta semana fotos de la superficie marciana. Las había tomado el robot Zhurong, que había llegado a mediados de mayo tras un viaje de siete meses y esos «nueve minutos de terror» en los que la sonda desciende hasta el suelo sin contacto con la base terrestre. Dos años atrás ya había alumbrado la cara oculta de la Luna con las imágenes enviadas por la sonda Chang’e 4.
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